Los detenidos por la droga de Barro pretendían inundar Londres de coca

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

La operación permitió intervenir tres toneladas de coca en una furgoneta y una nave en Barro.
La operación permitió intervenir tres toneladas de coca en una furgoneta y una nave en Barro. p. nacional< / span>

El líder de la rama británica ya había formado parte de una banda que fue desmantelada en el 2009 en Inglaterra

10 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya lo dijo el director de la Policía, Ignacio Cosidó. Los detenidos en el marco de la operación Dulce cometieron el error de negociar la compraventa de las tres toneladas de cocaína intervenidas en Barro en España, uno de los países europeos con mayor experiencia en luchar contra la distribución de estupefacientes.

Este, junto con la ostentación de poder adquisitivo que hicieron durante su estancia en Santiago, no fue su único error. Ya lo dice la sabiduría popular: el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y en este caso concreto, todo parece apuntar en la dirección de que la rama británica, al frente de la cual la Policía Nacional sitúa a Gary Williams, de 41 años, pudo haber intentando poner en práctica un plan que las fuerzas policiales ya frustraron en el 2009.

Entonces, al igual que ahora, una banda aprovechó las semanas previas a la Navidad para aprovisionarse de cocaína con la intención de inundar la región de Hartlepool con esta droga. Trece miembros de la banda fueron condenados. Al líder de la misma, John Rayner, le cayeron trece años y medio de prisión, mientras que a Williams, por aquel entonces un dealer o camello, fue condenado a seis años y nueve meses.

Al igual que entonces, el gusto por el lujo fue una de sus perdiciones. No en vano, la banda realizaba las transacciones en un ático del puerto deportivo de Hartlepool, si bien Williams fue cazado merced a los pinchazos telefónicos que llevó a cabo la policía.

Seis años después de aquellos hechos, y ya asentado en la Costa del Sol, Gary Williams entabló contactos con un grupo de holandeses que, presumiblemente, tenían capacidad de mover importantes cantidades de cocaína. Presumiblemente, la idea de anegar las calles de Hartlepool durante las fiestas navideñas con esta droga volvió a rondar por su cabeza, si bien con una ligera modificación. Su mirada se posó, en lugar de en esta localidad del norte de Inglaterra, en la City, en Londres, así al menos lo sospechan agentes próximos a la investigación llevada a cabo por la Policía Nacional y distintas agencias y especialistas antidroga del Reino Unido, Colombia y Estados Unidos.

Con lo que no contaba es con el hecho de que la NCA o National Crime Agency británica ya le estaba siguiendo los pasos. Los agentes de esta unidad sospechaban que el narco inglés pretendí volver a entrar en el negocio, pero ya no como un mero actor secundario sino como el cerebro. El tiempo parece haberles dado la razón.

Los ingleses contactaron con los holandeses. Al parecer, la droga sería adquirida por estos últimos en Colombia, de tal modo que la partida sería alijada en un buque nodriza hasta un indeterminado punto próximo a la costa pontevedresa. Los estupefacientes serían entonces descargados a tierra a bordo de planeadoras por alguno de los clanes arousanos todavía en activo.

De hecho, las distintas fuentes consultadas tienen claro quien está detrás de la rama gallega, pero reconocen que carecen de pruebas. Añadieron que si las detenciones se practicaron el pasado 14 de diciembre, estas no se hicieron públicas hasta ya entrado el nuevo año porque se apuró todo lo posible para localizar algún indicio que pudiese incriminar a esta persona, que carece de antecedentes penales, o a su entorno.

Lo que sí tienen claro los investigadores es que las tres toneladas de cocaína fueron almacenadas en una nave industrial del parque empresarial de Curro, en el municipio de Barro. Allí permanecían ocultas a la espera de que la vigilancia policial sobre la frontera entre Francia y España se relajase, toda vez que tras los atentados yihadistas de París se había incrementado el control.

El 14 de diciembre realizaron su último movimiento. Cargaron setecientos kilos en una furgoneta y se dirigieron hacia Málaga. Todo parece indicar que su intención era guardar la droga en pisos francos y esperar al momento adecuado para desplazarse a Inglaterra. No llegaron a abandonar la provincia de Pontevedra.

Una operación histórica cuya repercusión ha llegado hasta la prensa de Nepal

En su afán por lograr identificar a la rama gallega, se decidió demorar el anuncio de las detenciones varias semanas. Y eso que tanto en el Ministerio del Interior como en la Dirección General de la Policía eran muy conscientes de la trascendencia internacional que la operación Dulce iba a tener. No en vano, ya no solo se trataba de que al frente de la trama se situasen presuntos narcos holandeses y británicos, sino que se estaba ante el mayor decomiso en tierra de cocaína en lo que va de siglo.

Lo cierto es que los responsables policiales no iban, ni mucho menos, desencaminados. La operación Dulce sin llegar a copar portadas, sí que ha ocupado páginas de medios internacionales. De hecho, el nombre de Galicia y de Barro ha llegado hasta Nepal, donde The Himalayan se hizo eco de la investigación. Igualmente, The New York Times alude al decomiso de la tres toneladas de cocaína y la detención de los doce sospechosos que, en principio, continúan en prisión provisional. Precisamente en este último medio se alude a que «la región costera de Galicia, donde se ubica Pontevedra, ha venido siendo utilizada como puerta de entrada para la droga con la que se trafica en Europa».

Por su parte, el portal de Internet de la BBC resalta que la operación se desarrolló después de un chivatazo de la NCA británica a la Policía Nacional española. Asimismo, destaca el hecho de que «España es la mayor puerta de entrada en Europa para los traficantes de droga sudamericanos», así como precisa que cinco de los ingleses detenidos proceden de Liverpool y un sexto de la localidad de Thornbury, mientras que el séptimo sería Gary Williams, quien es oriundo de Kingston, en el sudoeste de Londres.

Ahora, todos los acusados se pueden enfrentar a cargos de tráfico de drogas -contra la salud pública-, organización criminal y tenencia ilícita de armas.