Las mareas replican 16 años después la estrategia de Lores ante las procesiones

Lars Christian Casares Berg
christian casares PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Rajoy, junto a Rafael Louzán, en la procesión de la Peregrina en el año 2000.
Rajoy, junto a Rafael Louzán, en la procesión de la Peregrina en el año 2000. capotillo< / span>

La decisión del alcalde de no acudir se equiparaba a debates como el de Ence o el de la peatonalización de la ciudad

08 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Supoño que irán os fieis. Nós somos absolutamente respectuosos con todo tipo de crenzas e polo tanto só imos dar facilidades a esas manifestacións. Agora ben, temos claro que o Estado é laico. E na miña labor como

alcalde non está presidir actos que non corresponden co cargo», decía Miguel Anxo Fernández Lores un lejano julio de 1999, recién elegido alcalde, sobre su presencia en las procesiones religiosas. Dieciséis años más tarde replican el gesto las mareas en A Coruña, Ferrol y Santiago al hilo de las subvenciones a la Semana Santa. Martiño Noriega, alcalde de Santiago; Jorge Suárez, de Ferrol, y Xulio Ferreiro, desde A Coruña, han saltado a la actualidad esta semana por sus reticencias a subvencionar actos religiosos o estar presentes en ellos.

Tampoco en Pontevedra van acompañados los pasos religiosos de Semana Santa del regidor de la ciudad. Para cuando llegó la primera con él blandiendo el bastón de mando, Lores había tenido ya tiempo de acostumbrar a los vecinos a las nuevas formas, porque, recién estrenado, se fumó la habitual presencia del alcalde en la procesión de A Peregrina. Vivió la ciudad con gran estruendo aquella polémica y la cuestión llegó a situarse en el debate político a la altura de otros dos temas capitales: la peatonalización y la presencia de Ence en la ría de Pontevedra.

Superado el rechazo a la peatonalización y con el modelo urbano reconocido dentro y fuera de la ciudad, solo este asunto de Ence se mantiene hoy en la agenda en el centro de la polémica. Y con las posturas más encontradas si cabe ante la posibilidad de que la pastera obtenga una prórroga de la concesión. En 1999 Lores anunció que utilizará el Plan General para poner «data de caducidade» al complejo Ence-Elnosa, e incluso, tras entrevistarse con responsables de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, el alcalde admitió que el traslado era un reto a medio o largo plazo.

La política de gestos con los actos religiosos fue tan fácil de implantar como de digerir por la mayor parte de la ciudadanía, a juzgar por los sucesivos avales del electorado en durante los últimos años a Fernández Lores. En su pulso con Ence ha tenido menos éxito. El último estudio de Sondaxe sobre la permanencia de Ence, según el que seis de cada diez apoyan su permanencia, revela que la ciudadanía es más contundente a la hora de ponderar decisiones que afecten a la economía local que a las convicciones religiosas de cada uno.

crónica política capital y tal