Sonia Iglesias no era americana

Eugenio Giráldez
EUGENIO GIRáLDEZ PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

El espectacular despliegue de medios para esclarecer la muerte de la peregrina Denise Thiem contrasta con el caso de la vecina pontevedresa desaparecida hace cinco años

13 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Trescientos efectivos de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, reforzados por miembros de la Unidad Militar de Emergencias, peinaron en apenas 48 horas por tierra y aire, los alrededores de Astorga para esclarecer el paradero de la peregrina norteamericana Denise Thiem y quien fue el presunto autor de su muerte.

Helicópteros, vehículos todoterreno, caballería, perros adiestrados y hasta una unidad de georradar fueron empleados en el operativo que batía numerosas localizaciones, mientras el cerco policial se estrechó en torno a Miguel Angel Múñoz, hasta consumar su detención y puesta a disposición judicial.

El súbito esclarecimiento del caso que llevaba atascado desde la desaparición de la súbdita estadounidense en abril ha sorprendido, pues en apenas 48 horas, entre el jueves y el viernes, se han precipitado los resultados, que no fluyeron en los cinco meses anteriores.

La presión diplomática se ha citado como un elemento determinante. Parece evidente una relación causa-efecto. La Casa Blanca se interesó por el caso a raíz de que el senador y excandidato republicano a la presidencia John McCain fuera informado por la familia de la desaparecida. La diplomacia USA apretó a Mariano Rajoy mientras ofrecía la colaboración del FBI que, al parecer, el presidente español desestimó, según trascendió el pasado miércoles. Y de repente, semejante despliegue de medios, una detención y la localización de los restos mortales de la peregrina. Y como guinda, nos enteramos que desde el principio del caso, la Policía tenía considerado al tal Miguel Angel Múñoz como el sospechoso principal.

Viene todo esto a colación de un caso que cualquier pontevedrés, como el actual presidente del Gobierno de España, debería tener muy presente: la desaparición de nuestra convecina Sonia Iglesias. De hecho, su antecesor José Luis Rodríguez Zapatero recibió en La Moncloa a los padres y hermana de la víctima.

Lamentablemente en ningún momento durante los cinco años transcurridos ya, se ha producido un empuje tal que se emplearan en Pontevedra y alrededores semejantes medios de rastreo e investigación como los que se acaban de desplegar en tierras maragatas.

Recuerdo, por ejemplo, que las batidas en el Castrove, las junqueras y en otros puntos donde se pensó que podría haber indicios tuvieron mucho de voluntarismo (Protección Civil, amigos?) pero contados medios profesionales. Los refuerzos policiales llegados de Madrid no se contaban ni por centenas ni decenas; solo algunos inspectores.

Prioridad en saco roto

Ni Rodríguez Zapatero (quien resolvió la petición de entrevista de la familia de Sonia con una respuesta epistolar) ni tampoco Rajoy han producido un impulso similar. Más bien al contrario: el archivo en abril de este año de las diligencias judiciales y el enfriamiento de las pesquisas policiales, evidencian que el caso ya no es una prioridad ni siquiera en Pontevedra.

El pasado 18 de agosto con motivo de cumplirse ya un lustro de la desaparición de Sonia, centenares de pontevedreses salieron a las calles para reivindicar que el caso no caiga en el olvido. Las palabras que pronunció aquel atardecer Mari Carmen Iglesias adquieren ahora un eco mayor. Reflejaban rabia e impotencia. Unos sentimientos que invadían a familia y amigos de Sonia, que seguirán presionando con todas sus fuerzas pero admitían que el archivo provisional había sido un golpe muy duro.

Un pasaje concreto del manifiesto que leyó Mari Carmen viene muy al hilo de la comparación con el caso de Astorga. Tras recordar que en casos similares suele ser una persona del entorno quien hace desaparecer a la víctima, la hermana de Sonia lamentó que la Policía «no hubiera podido o no haya sabido demostrarlo». Y concluía: «Os puedo asegurar que es durísimo ser consciente de que en nuestra sociedad, con los medios que poseen policías, fiscales y jueces, un presunto delincuente se salga con la suya sin tener que rendir cuentas ante la ley por un delito cometido».

Defensa de la investigación

Al mismo tiempo acabo de releer unas declaraciones de Delfín Fernández, quien fuera subdelegado del Gobierno en Pontevedra en la fecha de autos con el gobierno socialista. Este declaró en una entrevista a La Voz a raíz del archivo judicial: «Hay investigaciones tan difíciles que no se llegan a esclarecer. El caso de Sonia Iglesias ha sido una frustración pero no un fracaso porque no hubo errores en la investigación ni falta de diligencia».

Al hilo de los últimos acontecimientos, resulta triste comprobar la mayúscula diferencia de tratamiento que ha tenido el caso de Denise Thiem y el otorgado por el mismo Estado a la desaparición de una española desde hace ya cinco años.

Que no se extrañen quienes tuvieran antes y tengan ahora responsabilidades públicas en esta materia que la ciudadanía pontevedresa tenga la percepción de un manifiesto agravio comparativo. La diferencia de medios materiales y humanos empleados para la búsqueda de Sonia no resiste comparación. Y reitero la máxima policial que ya he citado otras veces sobre este caso: no existe el crimen perfecto; solo hay investigaciones imperfectas.