Riqueza de culturas

Elena Gcía. Díaz OPINIÓN

PONTEVEDRA CIUDAD

13 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada año estudiantes de todos los países del mundo se reúnen en Pontevedra para realizar sus estudios, voluntariados, lectorados y prácticas laborales gracias a diferentes tipos de becas. Llegan con la ilusión por descubrir una nueva ciudad, nuevas costumbres y una cultura distinta. Dejan una vida atrás con la intención de empezar una nueva aventura en nuestra tierra con el único propósito de que sea una experiencia inolvidable.

Brasil, México, El Salvador, Italia, Austria, Alemania, Rumanía o Grecia son algunos de los países de los cuales estos estudiantes de intercambio, más conocidos como «los erasmus», han llegado este año a la ciudad de Pontevedra. Diferentes nacionalidades que tienen algo en común: la expectativa de encontrarse una ciudad de piedra y lluvia, y la idea preconcebida de que no tendrán mejor amigo que un paraguas. Una imagen que desaparece en cuanto pisan tierras gallegas y se encuentran con una realidad bastante diferente: tierras infinitamente verdes y más sol y playa del esperado.

Muchos de estos estudiantes, procedentes de grandes urbes del continente europeo, americano e incluso asiático, quedan fascinados por el abanico de posibilidades que les ofrece una pequeña ciudad casi desconocida para ellos. Estos jóvenes acaban convirtiéndose en los mejores embajadores de Pontevedra alrededor del mundo, difundiendo y dando a conocer nuestra ciudad y sus costumbres a través del relato de sus experiencias en las redes sociales.

Cada año aumenta el número de estudiantes extranjeros interesados en realizar su intercambio en la ciudad, al igual que el número de turistas internacionales que acuden a Galicia llamados por los paisajes y nuestra gastronomía, gracias a las referencias que reciben por parte de estos embajadores tan especiales.

Esto también se refleja en el comportamiento de los pontevedreses, ya que existe una implicación cada vez mayor en la acogida e integración de estos estudiantes. Llamados por la posibilidad de practicar idiomas extranjeros, cada vez más vecinos de la Boa Vila se involucran con ellos y estos se lo agradecen con una dosis de amabilidad, cercanía y amistad.

Un intercambio que merece la pena y gracias al cual Pontevedra se está convirtiendo en algo más que un pequeño punto en el mapa.