Vuelta al cole a los cincuenta

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

José no pensaba que su mujer, Rosa (centro), pudiera aprobar los exámenes, pero ella y Adoración (dcha) lo sacaron sin problema.
José no pensaba que su mujer, Rosa (centro), pudiera aprobar los exámenes, pero ella y Adoración (dcha) lo sacaron sin problema. rebeca tizón< / span>

Los 8 usuarios de Cruz Roja que se presentaron al examen de Competencias Clave lo aprobaron, lo que les abre la puerta a estudiar una profesión

30 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Adoración Barreiro tiene 50 años y, aunque le daban el material escolar, ella quiso comprarse un bolígrafo de los que tiene goma para borrar la tinta. «Mis compañeros se miraban», admite. Salió del colegio hace varias décadas, y no había vuelto a coger un libro hasta febrero de este año. Entre medias, estuvo en Lanzarote trabajando como camarera de pisos en hoteles, y en Galicia como empleada del hogar. También se casó y tuvo cuatro hijos. Ahora tienen 7, 9, 16 y 17 años de edad. Los cuatro viven con ella y su marido, pero a día de hoy ninguno de ellos ingresa dinero en casa.

La pontevedresa empezó como usuaria de la Casa Azul hace cuatro años, y allí participó en varios cursos sobre informática, economía doméstica y cocina -donde aprendió recetas más económicas-, entre otros. Se nota, y lo admite, que le gusta estudiar. Asegura que para ella las clases y las horas de estudio son momentos de «de relax, porque me permiten salir de la rutina».

Y porque quiere trabajar. Necesita llevar un sueldo a casa, y tiene claro que lo que más le gusta es la geriatría. Le gustaría ser auxiliar para poder trabajar en algún centro o residencia de mayores. Sin embargo, desde el 2008, para conseguirlo hace falta superar primero unas competencias clave. Consiste en un examen sobre varias asignaturas básicas: este año tocaron Lengua y Matemáticas, y el que viene será Gallego e Inglés. «No es lo mismo hablarlo que escribirlo», se queja.

Hora y media de examen

Acudió a todas las clases que pudo, y entró en el Recinto Feiral de Silleda a las 9.30 horas, y a las 11 estaba fuera. «Estaba chupado», dice, orgullosa. Muestra una sonrisa parecida a la de los responsables de Cruz Roja -entidad que organiza las clases de Competencias Clave para personas sin recursos- que se sientan en la misma mesa.

Junto a ella, Rosa Almeda asiente con la cabeza. Y su marido, José, a su lado, también. Así como a Adoración su familia la apoyó desde el primer momento y tuvo la suerte de tener todavía frescos algunos conceptos de tanto ayudar a sus hijos a hacer los deberes, para Rosa no fue tan fácil.

«Lo primero que me dijo mi marido cuando le dije que iba a volver a estudiar era que no iba a ser capaz de aprobar», recuerda. José, a su lado, lo admite: «Hasta yo le dije que estaba loca cuando me lo contó». Ahora, afirma sentirse orgulloso. Ambas pasaron meses -desde febrero, cuando comenzaron las clases, hasta mayo, cuando se celebró el examen- aprovechando la noche o las horas en las que sus hijos estaban en el parque, para estudiar. «Yo ponía a mi hija a hacer los deberes, y me sentaba con ella, y a veces le preguntaba cosas sobre ejercicios, y le decía: explícamelo muy despacito», asegura Adoración.

Peluquería y geriatría

Rosa tiene 38 años y, además de cuidar a su marido y a sus dos hijos, comparte casa con su hermano y la mujer de este. Tiene claro que su futuro pasa por un camino similar al de su compañera de clase: le gusta la geriatría y la peluquería. Pero también para esta última profesión es preciso contar con el certificado de las Competencias Clave.

Ambas son receptoras del Risga, ya que es uno de los requisitos indispensables para poder inscribirse en el programa de Cruz Roja. A pesar de que no es el primer año que lo llevan a cabo, las responsables de la entidad siguen sorprendiéndose año tras año de su éxito. De los diez alumnos que asistieron a clase, ocho se presentaron al examen. Y todos ellos lo aprobaron. Los dos restantes no pudieron acudir a la convocatoria porque recibieron una oferta de trabajo a través del Concello -con cuya área de Servizos Sociais colaboran con mucha frecuencia- que aceptaron.

Deseando que llegue septiembre

«Estoy deseando que llegue septiembre», admite Adoración. Las salidas de la rutina se aderezan con el aprendizaje constante de cosas nuevas. Pero, además, al igual que sucede en otras muchas iniciativas de Cruz Roja, el ambiente que se vive en las aulas y en las actividades conjuntas es muy estimulante. Allí personas con afinidades y preocupaciones similares tienen la oportunidad de coincidir y de perder la vergüenza o los prejuicios. La experiencia de la vuelta a los estudios está siendo tan positiva que ambas quieren continuar. Primero, para sacarse las Competencias Clave y, más tarde, para lograr al título de especialización que les permitirá buscar el trabajo que quieren. José, por el momento, no se anima. «Para lo mío, la construcción, no hace falta», dice.