El espectáculo, en la tercera de ferias

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

El Fandi y Abellán, a hombros de la plaza de toros, y El Cid se queda a las puertas

16 ago 2015 . Actualizado a las 15:57 h.

«Pasen y vean, el espectáculo ha llegado». Así podría anunciar el maestro de ceremonias lo que ayer por la tarde se vivió en la plaza de toros de Pontevedra. Tres matadores en estado de gracia y, frente a ellos, seis astados de categoría. David Fandila, El Fandi, y Miguel Abellán salieron a hombros de la plaza de la ciudad del Lérez, mientras que El Cid se quedó a las puertas al fallar con la espada en el segundo que le tocó en suerte.

Lo de El Fandi con Pontevedra sí tiene nombre: comunión. Comunión con el público, al que se mete en el bolsillo con solo pisar la arena, y con las reses, a las que lleva a donde quiere, a su terreno. Pero no tanto, eso sí, con el presidente de la plaza, con el que se las tuvo a cuenta de un cuarto par de banderillas al toro con el que se cerraba la tercera de ferias.

Le tocó al granadino salir el tercero después de que sus compañeros de cartel hubiesen culminado dos buenas faenas. Y lo hizo a por todas. Ya con el capote arrancó aplausos y olés, que se volvieron ensordecedores tras culminar el tercio de banderillas dando la vuelta al ruedo corriendo de espaldas y guiando a Azañoso, de 490 kilos. Terminó la faena con una media estocada que le valió una oreja tras un aviso.

Con Gabioso, el más fuerte de los astados puestos en juego por la divisa de Román Sorando, se desató la locura y también, hasta cierto punto, la polémica. Ya había sonado el cambio de tercio cuando el espada solicitó colocar un cuarto par de banderillas. Brazos en jarra y negando con la cabeza, vio como el presidente rechazaba su petición. Disconforme, cogió las banderillas, les arrancó el arpón y simuló su colocación sobre el astado. Culminada la escenificación, y con el respetable puesto en pie, reprobó al presidente su decisión.

Aún quedaba por delante la mejor de las faenas de la tarde, El Fandi se lució y brilló Gabioso, al que una estocada, la mejor de la seis que se vieron en Pontevedra, lo fulminó. Dos orejas y fuerte petición del rabo por una parte importante de un público que apenas rondaría la media entrada.

Previamente, Miguel Abellán ya había abierto la puerta grande al cortar sendas orejas a los dos de su lote. Empezó la tarde con Madroñero, un morlaco de 475 kilos, al que dio toda clase de pases... de rodillas, de pie, a mano cambiada... No falló con la espada, aunque, como pasaría luego con el cuarto, Corredor, tuvo que recurrir finalmente al acero del descabello.

Pisotón a Abellán

Tuvo problemas con las manoletinas, lo que le obligó torear ambas reses descalzó, lo que a la postre le supuso un pequeño susto. En la recta final con su segundo, este le propinó un pisotón en el pie derecho que le dejó cojeando ostensiblemente. La lesión no le impidió, en todo caso, rematar la faena y abrir la puerta grande por la que salió a hombros con El Fandi.

¿Y qué decir de Manuel Jesús Cid, El Cid? Llegaba a Pontevedra con el hándicap de tener que sustituir a Francisco Rivera tras la grave cogida de Huesca. Y superó, con creces, todas las expectativas. Valiente, atrevido, desafiante, chulo... Pocos adjetivos para dos faenas que estuvieron a la altura de las de su compañeros de terna. Si con Idéntico consiguió cortar un apéndice, con Vencedor no hizo bueno a su nombre y se tuvo que contentar con una merecidísima vuelta al ruedo. La suerte suprema, la espada, le privó del triunfo. Y es que si inicialmente pinchó con el acero, acto seguido falló con la primera tentativa con el estoque.