El satélite académico de Pontevedra

l. garrido, m. b. PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Varios de los estudiantes gallegos en Burgos posan con carpetas de su universidad adoptiva.
Varios de los estudiantes gallegos en Burgos posan con carpetas de su universidad adoptiva. ÓSCAR VÁZQUEZ< / span>

Estudiantes gallegos cursan Comunicación un año en Burgos antes de pedir su traslado al campus pontevedrés para sortear la elevada nota de corte

01 ago 2015 . Actualizado a las 20:36 h.

Cambian las lluvias pontevedresas por la nieve de Burgos. El río Lérez por el Arlazón. La estatua de Valle Inclán por el Cid Campeador. La elección de la ciudad de Burgos se repite desde hasce años entre los estudiantes gallegos de Comunicación Adiovisual que, al no alcanzar la nota de corte impuesta por las facultades de la comunidad, buscan la alternativa más cercana con una nota más asequible. Se marchan para realizar su primer año a la Universidad de Burgos, y emprenden este viaje con fecha de caducidad: nueve meses. Su intención es solicitar para el curso siguiente el traslado a la facultad de Pontevedra. Así de calculado tienen su futuro académico.

Pero la teoría siempre es más fácil que la práctica. Que se lo digan a Uxía Doval, una ourensana que se encariñó del parque del Parral, de Llanas y la noche burgalesa. Uxía comenzará el curso que viene su cuarto y último año en Burgos, y tendrá que ir pensando en el billete de vuelta. A Marta Navares tampoco le pudo la morriña y comienza en septiembre su segundo año allí. Marta cuenta que en su residencia coincidieron tres gallegos de esta misma carrera. El estudiante Antonio Parada, de Salceda de Caselas, también narra su experiencia: «Me llamaron a los dos meses de comenzar el curso porque en Burgos quedaba una plaza libre, y allí fui». Antonio asegura que hay un número altísimo de estudiantes gallegos en Burgos.

En el caso contrario encontramos a los estudiantes que siguieron a rajatabla el plan previsto. Así lo hizo Alba García, una viguesa que ya hace dos años que pidió el traslado a Pontevedra. Sobre su etapa en Burgos relata: «Sabía de una amiga que venía de Galicia, pero me sorprendí cuando llegué a clase el primer día y descubrí que había otros cinco gallegos más. Me sentí como en casa». Otra viguesa se suma a estas afirmaciones. Vanesa Rodríguez, que realizó el traslado a Pontevedra hace un año, se marchó a la Universidad de Burgos por la misma razón que los demás. No alcanzaba la nota de corte. «Puedo decir que Burgos está plagado de gallegos, en todos los cursos de Comunicación Audiovisual había un grupo bastante amplio, todos ellos en la misma situación que yo», explica.

Dificultades del traslado

Pero este no es un camino de rosas. Al llegar a la facultad de Pontevedra se encuentran con los inconvenientes del traslado de expediente. El más común es el del reconocimientos de créditos. Y es que las dos facultades no comparten el mismo plan de estudios, por lo que los estudiantes se ven obligados a matricularse en asignaturas de cursos ya superados.

Alba explica que llegó de Burgos con el primer curso aprobado y aún así, ha tenido que cursar de nuevo asignaturas de primero en Pontevedra. «Cuatro asignaturas a mayores que he ido sacando, cuadrando horarios como podía». Es un problema que afrontan los recién llegados, pues compaginar los horarios de diferentes cursos se convierte en un rompecabezas difícil de resolver.

Yago Rodríguez, vigués que realizó el traslado el pasado curso, coincide: «Acabei só con sete asinaturas recoñecidas das vinte que tiña aprobadas». Y resume su situación actual: «Agora mesmo non estou seguindo a guía de materias na orde establecida, e na práctica este traslado supuxo un aumento en máis dun ano do meu estudo universitario, pero de todos modos non me arrrepinto». Asumen las consecuencias con entereza, conscientes de su nueva situación académica.

Otra secuela del proceso, con la que la mayoría coinciden, es la lentitud de los trámites del traslado por parte de la universidad. «Tuve que ir varias veces a Burgos porque por teléfono no me solucionaban nada, además de darme largas todo el tiempo, llegué a pensar que no querían que me fuera», comenta Antía Muíños, de Tui. Vanesa lo confirma: «Los trámites fueron difíciles, incluso a veces daba la impresión de que eran imposibles». Lo que hace pensar en la avalancha de estudiantes gallegos que toman el camino de vuelta cada año.

A pesar de todas estas desventuras, están felices de volver. Eso sí, con una nueva experiencia en sus mochilas que no olvidarán. «Mi experiencia en Burgos ha sido efímera pero intensa, llena de buenos recuerdos», evoca Alba con cariño.

Es así como estudiantes gallegos comparten su estancia en tierras burgalesas, y viven su propio reencuentro a 500 kilómetros, en la ciudad de Pontevedra.