Fiestas en pluralidad

La Voz EUGENIO GIRÁLDEZ

PONTEVEDRA CIUDAD

El Festival de Jazz ha llenado de música las calles de Pontevedra a lo largo de toda la semana.
El Festival de Jazz ha llenado de música las calles de Pontevedra a lo largo de toda la semana. ramón leiro< / span>

El Festival Internacional de Jazz y Blues es uno de los referentes de la programación lúdica de Pontevedra, cada vez más equilibrada y adaptada a todos los públicos

19 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las particularidades que más me gustan de mi ciudad son sus fiestas. No solo por la excelente predisposición que el pontevedrés tiene para la troula y el ánimo con el que la población participa. Me agrada sobre todo la pluralidad de ofertas a la que hemos llegado con el paso de los años y con el sosegamiento de las tensiones politizadas que hubo antaño.

De modo que en el pack que se denomina oficialmente Festas de Verán tenemos una multiplicidad de propuestas que arrancan con romerías tan enxebres y de componente religiosa como San Benitiño y concluyen con el invento feliz y pagano de la Feira Franca, una recreación medieval que nos ha capturado a los pontevedreses en tan solo 16 años.

Siguiendo con el símil, la Semana Grande de la Peregrina tiene, concentrada en nueve días, esa variedad de propuestas que, creo, atienden a todos los públicos. Ni soy ni del Casino ni acostumbro ir a los toros, pero respeto ambos eventos por lo que significan para otros pontevedreses con sensibilidades diferentes. Soy consciente del arrastre social y económico que generan. Sobre todo las corridas en el coso de San Roque. Ahora más que nunca, ya que Pontevedra se queda como única referencia taurina de Galicia, después del descuelgue de A Coruña.

Del mismo modo me siento distante de determinadas actuaciones musicales que generan polémica por sus letras o por sus cachés, pero que satisfacen a sectores de población para los que también deben programarse los festejos. Por tanto son igualmente respetables.

Creo que hemos llegado como ciudad a un punto de cierto equilibrio que nos permite a cada cual disfrutar de espacios de fiesta que nos resulten más cercanos. Un consenso saludable que espero no se quiebre.

Dicho esto querría reivindicar el Festival Internacional de Jazz de Pontevedra, que cumple la trigésimo segunda edición. Simboliza ese espíritu de reunión que citaba.

Viví el nacimiento y los albores de este evento musical que un grupo de entusiastas promovieron en la década de los 90 y que inicialmente era una cita para élites y entendidos.

Lo que nació como una rareza se ha ido consolidando en el programa de fiestas de verano de Pontevedra como una cita cada día más apreciada, participada y valorada dentro y fuera de la ciudad.

Un reclamo

En seis noches de cada mes de julio, el festival de jazz -y blues, añadidura que seguramente explica su popularización y éxito- constituye un reclamo para acudir a las plazas del Teucro y A Ferrería.

Tenemos en Pontevedra actuaciones absolutamente gratuitas para el público que serían de pago en salas y teatros, con artistas de referencia como Janiva Magness o Ruthie Foster, ambas de renombre internacional que han pasado este año por aquí

El Festival genera, además, un efecto llamada del que se beneficia el centro histórico y el resto de la ciudad. Incluso nos dicen personas del sector turístico que ya existe un cierto turismo de jazz.

Aficionados que viajan en familia y vienen a pasar unos días a Pontevedra y las Rías Baixas, aprovechando esta cita musical que hoy concluirá con la actuación del quinteto que lidera Virxilio da Silva, uno de los productos del Seminario Permanente de Jazz que nació al abrigo de este evento del que todos debemos enorgullecernos.

Granxa do Bao: responsabilidad compartida

Una urbe con 8.000 parados (según la SEPE) o 10.000 desempleados (según la EPA) no se puede permitir el lujo de tener ahogado un desarrollo de suelo comercial y empresarial que generaría 300 puestos de trabajo y abriría la ciudad en dirección norte. Llevamos tiempo escuchando que ahí están interesados en instalarse Decathlon, Aki, McDonalds o Kiabi, entre otras firmas de indudable atracción.

Resulta inaceptable que un proyecto como el de la segunda fase del parque empresarial Granxa do Bao, en Campañó, siga arrinconado. Atascado, en suma, por el colesterol burocrático de las administraciones implicadas, ayudado por la incapacidad política de ponerse de acuerdo entre cargos públicos. Sus respectivos partidos proclaman una y otra vez que quieren «luchar contra el desempleo» e «incentivar políticas de generación de puestos de trabajo». ¡Pues vaya con el ejemplo!

Doce años de desencuentros es muchísimo tiempo y da que pensar. Lo que aleja a Xunta, Ministerio de Fomento, Concello y la firma empresarial promotora del suelo, vinculada a los Nogueira, son ¿solo diferencias administrativas y de concepción urbanística? ¿O hay algo más? De veras, resulta demoledor para la confianza de los ciudadanos en las administraciones públicas y en los responsables de dirigirlas, observar este tipo de ejemplos poco edificantes. Cuando se reúnen? ¿Se escuchan; tienen voluntad de llegar a acuerdos o sobra mucho postureo?