La UNED se convierte en la cárcel de Mario Casas

carmen garcía de burgos

PONTEVEDRA CIUDAD

En la película que está rodando, que lleva por título Toro, también actúa Luis Tosar

12 mar 2015 . Actualizado a las 20:24 h.

Un autobús verde de línea anuncia una especie de parque de atracciones. Cae la tarde en Monteporreiro y el cielo amenaza lluvia. Aún tardará en llegar unos minutos. Puede que veinte, no más. En el interior del autocar hay un solo pasajero. Tiene la cabeza apoyada contra la ventanilla en gesto de agotamiento. El conductor para junto a un parque infantil que hay a unos metros del centro asociado de la UNED en Pontevedra. Abre las puertas y espera pacientemente a que su único ocupante se levante lentamente y salga de él. Una vez fuera, la figura se vuelve más nítida y el rostro de Mario Casas se dibuja sobre una cabeza con heridas y sangre, aunque no la suficiente como para taparle los rasgos.

Reparto de excepción

Quién es?», pregunta un señor de unos sesenta años con bigote y constitución fuerte. A su derecha, un joven, y a su izquierda, otro hombre de mediana edad. Le explican que en la película que se está rodando, que lleva por título Toro, también actúa Luis Tosar. «Yo creo que de Tosar sí me doy cuenta si lo veo», asegura. De Casas, no. Ni el del director, Kike Maíllo.Es una pena que no supiera que el elenco lo completa José Sacristán.

Evitar demasiadas fans

Ese era, en cualquier caso, el objetivo del equipo de producción. Rodar con el joven actor de Los hombres de Paco es una labor que puede llegar a convertirse en todo un reto si se trata de exteriores y estos acaban conquistados por admiradoras. Los gritos y los continuos intentos de acercarse a uno de los intérpretes más deseados complican en ocasiones la grabación. Entre ellas se encontraban tres vecinas del lugar, que preguntaron a uno de los ayudantes si podrían sacarse una foto con Casas. «El problema es que, al estar caracterizado, es ya una cuestión de márketing», se excusaba este. «No pasa nada, vivimos aquí abajo, así que le esperamos a que termine y lo invitamos a un café en casa, y listo», rieron. El técnico lo entendió mal: «Gracias, señoras, pero un café a cambio de todo un trabajo, no sé yo». Y entonces se oyó a través del walkie-talkie que llevaba el joven en la mano «¡prevenidos, motor, silencio, sonido graba... acción!».