«De momento o que teño que pintar é a perna»

PONTEVEDRA CIUDAD

Lino Silva, en su estudio, recién llegado a Cambados después de más de tres meses hospitalizado a consecuencia de una caída.
Lino Silva, en su estudio, recién llegado a Cambados después de más de tres meses hospitalizado a consecuencia de una caída. mónica Irago+< / span>

27 dic 2013 . Actualizado a las 06:48 h.

A Lino Silva se le ha «transformado» la vida desde aquel 6 de septiembre, cuando se cayó desde una ventana de un primer piso en su casa. Hoy puede contarlo, eso sí, en una silla de ruedas y resignado a verse limitado para hacer la vida que le gusta: coger su moto y visitar los furanchos de la comarca. Su movilidad está muy mermada pero, según le dicen los médicos, es recuperable. «Vou poñer aquí -en su estudio de la calle Isabel II de Cambados- unhas barras para aprender a andar outra vez». Y los martes y los jueves toca acudir a Pontevedra a hacer rehabilitación para «ir collendo músculo» en esa pierna izquierda que se le rompió por tres partes. «É un cambio radical», apunta, y no solo porque haya perdido autonomía. No debe fumar ni beber por prescripción médica, pero Lino no se resiste a preguntarnos: «¿fumades?», por si cayese un pitillo mañanero. Le aconsejamos que cuide su salud, pero tiene su propio criterio y está devuelta de los sermones. «Para min o saudable é andar de carallada. O meu son as tabernas e as adegas».

La exposición «vai ben»

Nos recibe a las once de la mañana en su templo particular, leyendo frente a un atril colocado en una mesa camilla, rodeado de cuadros y esculturas y con su último libro La Mosca sobre una estantería presidiendo la estancia. El poemario se puede comprar estos días en los locales de Exposalnés, por cinco euros, coincidiendo con una exposición de cuadros del autor que permanecerá abierta hasta el día 12 de enero. Le preguntamos si está suscitando interés y si está vendiendo. «Vai ben», comenta satisfecho. No es para menos, teniendo en cuenta que vender no es lo suyo. Lo reconoce él -«cos negocios son un desastre»- y da fe de ello quien suscribe, que años atrás estuvo tratando de localizarlo en su estudio para comprarle un cuadro y no hubo forma. «Hai anos si, claro, eu sempre andaba por aí». Erré en el procedimiento. La mejor forma de hacerse con «un Lino» es tratar directamente con él, en un furancho frente a una taza y dando conversación, me ilustra Mónica Irago. La circunstancias le han obligado a abandonar su particular «ruta do viño» para sustituirla por un recorrido por asépticas consultas y salas de rehabilitación. Una pequeña condena que, al menos, le liberará y le permitirá volver a ponerse en pie para ir de chiquitas y, también, para dar rienda suelta a su faceta artística.

«En branco»

¿ Qué che queda por pintar? «Quédame toda a vida por pintar. De momento o que teño que pintar é a perna», dice lacónico. Con 62 años todavía le queda mucho arte por delante, bien sea sirviéndose del óleo, el collage, el acrílico, el carboncillo o la acuarela; bien dando volúmenes a los moldes de escayola; bien a través de la poesía. Porque, aunque Lino afirma que ahora «estou en branco», sus manos van por libre. Para muestra un botón. El lápiz y el cuaderno le acompañaron durante su estancia en el hospital en Pontevedra, y pintó retratos que le regaló a los más afortunados. Está agradecido. «Tratáronme moi ben», dice. Y en Cambados, su casa, se quedó «alucinado» con el recibimiento y las muestras de cariño que le dispensaron el 5 de diciembre, cuando hizo una escapada para asistir a la inauguración de su exposición.

En formato pequeño

A pesar de su atadura a la silla de ruedas y su sequía de ideas «son optimista», sentencia, y seguro que no tarda en armarse con su pincel para dar vida al lienzo con esos esperpentos en los que estaba trabajando cuando sufrió el accidente o cualquier otra idea que le pase por la cabeza. «Mentres estea na silla non podo saír para comprar as pinturas e as miñas cousas e só podo pintar ata onde me chegue o brazo, así que non podo facer máis que cousas pequenas», explica resignado. Como si lo pequeño no tuviera valor, máxime viniendo de Lino. Sorpréndanos maestro.