Maricarmen Iglesias: «A Sonia la hicieron desaparecer»

Nacho Mirás Fole

PONTEVEDRA CIUDAD

Después de casi tres años, una familia destrozada sigue esperando noticias

27 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El 18 de agosto se cumplirán tres años sin noticias de Sonia Iglesias Eirín. Su hermana Maricarmen cuenta que la última novedad del caso, de la que se enteró por la prensa, es la petición realizada por el fiscal Juan Carlos Aladro al juez Varela para que se inhiba y le pase el asunto al Juzgado de Violencia sobre la Mujer. Eso para la familia «es una esperanza -dice Maricarmen- de que aparezcan más cosas». Mientras, la ausencia es una losa descomunal que entierra cada día un poco más a una familia destrozada.

-Después de dos años, en su casa todos siguen compartiendo el mismo pensamiento nada más levantarse de la cama, día tras día...

-Es así. Y mis padres lo llevan mucho peor. Es algo que nunca se olvida. Todas las familias de desaparecidos compartimos un interés: aparte de saber qué pasó, recuperar a ese ser querido, aunque sean sus restos, para darles sepultura, poder ir a llorarlos y cerrar ese capítulo.

-Usted está convencida de que Sonia nunca volverá.

-Sí, estamos convencidos. Sonia no desapareció voluntariamente, la hicieron desaparecer. Casi tres años después, lo más coherente es pensar que no está con vida. De otro modo, se habría puesto en contacto en algún momento con sus padres, preguntaría por su hijo...

-¿Qué tal está el niño?

-Vive con su padre [expareja de Sonia Iglesias, de la que estaba en trámites de separación cuando desapareció]. Mientras la policía y la Justicia no aporten pruebas más contundentes al caso, seguirá teniendo la tutela. Al principio el niño preguntaba por su madre. Ahora, según va pasando el tiempo, él mismo supongo que es consciente de que quizás no vuelva nunca. Y ya no pregunta por ella.

-Esa situación complica todavía más la situación familiar...

-Completamente. A los que más les cuesta es a mis padres. Yo intento mantener el control. Pero tenemos que pensar en el bien del niño y confiar en que, con el cambio de juzgado, se tomen medidas preventivas.

-¿Uno se convierte un poco en una especie de detective cuando ocurre algo así?

-Buscamos por todas partes. Pero, a estas alturas, quien tiene que aportar las pruebas es la policía. Quizás no es fácil encontrarlas. Pero, para la familia, que la única persona imputada hasta el momento sea su pareja a nosotros ya nos dice mucho.

-¿Han llegado a perder la confianza en la Justicia?

-Se pierde un poco. Pero siempre está la esperanza de que surja algo nuevo. Según van pasando los años y no hay nada, la confianza va a menos. Lo que sí hemos sentido es el apoyo de la gente en todo momento, especialmente en Pontevedra.

-¿Y sus padres?

-A mis padres esto los ha envejecido muchísimo. Hasta el punto de que su vida gira en torno a la desaparición, completamente. Cualquier comentario que hagas, cualquier cosa que digas siempre acaba llegando a esa parte. Ha llegado un punto en el que ellos piensan que no se merecen disfrutar de la vida: te falta tu hija y no tienes derecho, te sientes culpable de disfrutar incluso de los momentos más insignificantes. Tienen ese sentimiento: no puede ser.

-¿Preparan algo para agosto?

-De momento estamos a la espera de lo que pase en el juzgado. Supongo que, en todo caso, volveremos a hacer la concentración en A Ferrería y el recorrido de todos los años para recordar que seguimos esperando. Si alguien sabe algo es la última persona que la vio. Y la última persona que la vio es su pareja, que no dice nada.

-Usted se habrá hecho mil veces el último recorrido...

-Sí. Esperando ver no sé qué. Pero no encuentras nada. Lo más desesperante es que no sabes dónde buscar, parece que se la hubiera tragado la tierra. Nadie sabe nada. Nadie vio nada. Se evaporó.

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