Diversión y tensión a partes iguales en el Torneo Medieval

Alejandro D. Romano PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

Miles de personas abarrotaron la plaza para apoyar a sus caballeros favoritos

02 sep 2012 . Actualizado a las 06:54 h.

La emoción estaba asegurada, y los gritos de ovación que se escuchaban en torno a la plaza de Toros evidenciaron lo que estaba a punto de comenzar: el torneo medieval de la Feira Franca.

Miles de personas, vestidas con sus mejores galas, llenaron un graderío para dar la bienvenida a la dama y los cuatro caballeros que lucharon a vida o muerte para hacerse con la victoria final.

A golpe de tambor, y guiados por la voz del maestro de ceremonias, Don Miguel del Castillo, del bando verde; Don Gerónimo, vestido de gris; Don Raúl, con bandera negra; Don Pedro, de blanco y Doña Inés, de rojo, saltaron a la arena a lomos de sus caballos y mostraron su habilidad en el palenque antes de la batalla. Con el lanzamiento de jabalina contra la diana demostraron su puntería; atravesando un arco de fuego, su valentía, y en el juego de anillas, su delicadeza.

El público fue fiel a cada uno de sus caballeros, y no dejó de apoyarlos en todo momento. La victoria en habilidad fue para los caballeros de blanco y de negro. Ante el resultado, los gritos de rabia de los perdedores y la tensión se respiraba en el ambiente. Pero aún quedaba mucho.

«Me encanta este evento, es como viajar a una auténtica batalla de la Edad Media. ¡Me pongo hasta nerviosa! », confiesa Clara Fernández, una joven que se estrena en esto del torneo medieval.

Antes de comenzar la batalla cara a cara, armados únicamente con su espada, los caballeros se retiraron a descansar y en su lugar música medieval y unos acróbatas amenizaron la pausa. El público estaba impaciente y la segunda parte no se podía hacer esperar.

Con uniforme de guerra y dispuestos a derramar la sangre, Don Miguel, el caballero verde, entró de nuevo con energía para enfrentarse al caballero de gris. El silencio inundó el recinto y lo único que se escuchaba era el chocar de las espadas. La lucha estuvo reñida, pero Don Miguel se hizo con la victoria y el caballero de verde se derrumbó en la arena.

No había tiempo que perder. La batalla continuaba y era el turno del resto. A caballo, con lanza y con espada. Todo estaba permitido en este dos a dos en el que poco a poco todos fueron cayendo hasta quedar el caballero de negro y el hombre de blanco.

El graderío coreaba los nombres de los dos finalistas, pero fue Don Pedro quien se coronó ganador de una dura y tensa batalla a través de la cual el público se metió en la piel de los ciudadanos que un día poblaron las calles de la Pontevedra del siglo XV.