Entre fórmulas magistrales

Chelo Lago PONTEVEDRA |

PONTEVEDRA CIUDAD

La madre es titular de la farmacia en la que también trabaja su hija. La atención directa al público y el tiempo en el laboratorio es lo que más les satiaface

07 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La familia Carballeda Rey está muy vinculada con la salud, no en vano el padre, Antonio Rey, es médico y la madre, Rosa Carballeda, farmacéutica. Además, todos los hijos se decantaron por la misma rama: el mayor, Antonio, es farmacéutico y titular de una botica en Vilaboa; la menor, Belén, también tiene la misma profesión y está en la farmacia de la madre, donde otra hermana, María, nutricionista con despacho privado, pasa consulta una vez a la semana y el resto, ayuda a su hermano en Vilaboa. Y la otra, Ana, hizo Químicas y ahora está terminado Farmacia.

Rosa Carballeda deja bien claro que ni ella ni su marido, al que conoció en Santiago haciendo el Preuniversitario, influyeron lo más mínimo en la elección, totalmente libre de sus vástagos, hecho que reconoce Belén, que dice que desde pequeña anduvieron por la farmacia. Natural de Forcarei, Rosa estudió en Compostela y su primera botica fue en Carballedo. Allí, donde además era inspectora farmacéutica, permaneció 9 años. «Fue una oportunidad. Entonces no había otra farmacia ni medios para comprar en otro lugar. Vivía en Pontevedra y me desplazaba a Carballedo», recuerda.

«La gente del rural es muy, muy agradable, muy cariñosa, y como yo tenía mucha relación con el pueblo, me quería mucho». Por ello el cambio lo abordó con mucho miedo. «No estaba muy animada a venir a Pontevedra, pero entre mi marido y mi madre, me comieron un poco la cabeza», explica entre risas. Surgió la oportunidad de la farmacia que ahora regenta, muy cerca de su domicilio particular y se cambió en el año 82 «con los socialistas al poder; yo vine en junio, y ellos en octubre». El 7 de junio de ese año tomó posesión.

Los comienzos no fueron fáciles. «Había pagado muchísimo dinero de la época y de aquella, los intereses estaban al 20%, una barbaridad, tenía tres hijos, facturas y muchísimo miedo». Y además, al principio había poco movimiento, no conocía a la gente y el trato era distinto, aunque al final «la gente es igual de encantadora y de agradecida, pero en el rural vienen a la botica, te cuentan sus penas... es distinto». Ese trato con los vecinos del rural también lo experimentó su hija, Belén, que empezó a trabajar en la farmacia de su hermano. A ella le gusta el contacto con el paciente: «Yo tengo una leria...., me encanta hablar con el paciente, todo el tema farmacológico, lo que es realmente la botica -afirma-. No me gusta la parte empresarial, por eso mi madre siempre me insiste que no solo es una famarcia, que también es una empresa».

Por eso le encanta pasar las horas en el laboratorio, haciendo fórmulas y preparados, aunque reconoce que casi le lleva más tiempo hacer el papeleo de la fórmula que prepararla. «Seguimos haciendo muchas fórmulas, especialmente para dermatología. Pero también se hacen jarabes que tengan que llevar un principio activo único que no esté comercializado, o dosis para niños que a veces no hay, o incluso para enfermos crónicos», explica Rosa Carballeda.

En general, comentan que los clientes se dejan aconsejar. «Aquí han venido con bolsas de medicamentos de otra farmacia para consultar si está todo bien, lo que lejos de sentarme mal, me hace sentir orgullosa», comenta Rosa, «porque quiere decir que confían en tí».

Ambas admiten que la receta electrónica va a ser beneficiosa, aunque al principio, los pacientes, especialmente los mayores, no están acostumbrados.

El tema de los genéricos ya es otro cantar. «No creo que vayan a ahorrar tanto como dicen, entre otras cosas porque las farmacéuticas están bajando los precios de los medicamentos de nombre para seguir vendiéndolos. Además, es el Gobierno el que pone los precios. Y lo que es una barbaridad es tener el mismo medicamento de trescientos mil laboratorios distintos».