El cabo Udra quiere darse a conocer

Cristóbal Ramírez

PONTEVEDRA CIUDAD

Una ruta fácil y corta permite conocer el punto granítico que une las rías de Aldán y Pontevedra

30 oct 2010 . Actualizado a las 14:25 h.

Dicen las crónicas que hasta la última década del siglo XIX la comunicación por tierra de Bueu a Pontevedra se hacía por corredoiras infames, hasta tal punto que lo habitual era ir por mar. ¡Cómo han cambiado las cosas! Ahora esa zona y ese municipio son sinónimos de abarrote de gente en verano, porque sus bellezas naturales no hay quien las niegue y sus playas son de aguas no frías y, por lo habitual, tranquilas.

Tampoco negaban todo eso los alumnos del colegio Dubra, de Negreira, que procedentes del mundo del interior, puro, duro y como es previsible pobre, llegaron de excursión a Bueu hace algo más de tres décadas y acabaron viviendo su bautismo de mar con el señor Pancho, que los llevó hasta la isla de Ons. El grupo, que durmió en dos pobladas tiendas de campaña -chicos/chicas, que los tiempos eran muy otros-, encontró Bueu demasiado poblado para su gusto y por consenso echó a andar hacia una punta totalmente solitaria, abandonada y donde había mucha roca, un par de playas desiertas y unas instalaciones mínimas que presumían militares.

Allí plantaron sus reales. En el cabo Udra. Un lugar desierto y hasta hace muy poco sin presencia alguna. Tanto era el ninguneo que en una descripción de la costa gallega redactada en el siglo XVII se dice que después de Marín -grandes elogios- y de su fuerte de San Fernando, y «pasado este, sigue la costa de la ría sin lugar alguno y montado el cabo de Hombre se empieza a entrar en la ría de Vigo». O sea, que a los de Bueu que los llevara el diablo, con perdón, porque no contaban para nada. Así de claro. Tan solo los militares pusieron sus ojos en el lugar en los años treinta del siglo pasado, cuando se construyó la batería denominada J-2, con sus pozos para los cañones, que ya no están y que procedían de las cercanías de Ferrol y Coruña.

En la actualidad, el cabo Udra es un espacio protegido por el que pueden circular los coches por la pista de la derecha, que muere ante una barrera. Por suerte no está asfaltada. Así que una pequeña ruta, de pérdida imposible y desniveles tan bajos que los salvan niños y personas mayores, puede comenzar desde la gran superficie con bancos y mesas, muy solicitados en el estío por los bañistas de los alrededores. Tras recorrer esa pista se llega a la punta del cabo, parada obligatoria ante una panorámica majestuosa. Y luego volver al punto de partida bordeando la costa por el sendero del lado contrario. ¿Quién dijo que se puede ningunear al cabo Udra?