«Al principio fue muy duro porque la soledad deja muchos espacios de silencio en casa»

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA/LA VOZ.

PONTEVEDRA CIUDAD

Amós Garrido

07 ene 2020 . Actualizado a las 11:11 h.

Piluca Montenegro es una de esas dos mil mujeres que viven solas en Pontevedra. No tiene miedo y casi nunca echa de menos una compañía a la hora de cenar. Con 74 años, su horario solo lo marca el placer. Por la mañana, el de quedar con sus amigas para tomar un café y ponerse al día, y por la tarde, se centra en sus labores de hilo y dedal.

Está pendiente de presentar su colección de trajes de gallega en el museo del Pobo Galego de Santiago. Solo la frenan los achaques y el frío. Y de eso, este invierno hemos ido sobrados. «Hasta ahora participaba en actividades de la parroquia pero ahora estoy más limitada por la salud», explica Montenegro, quien vive en un edificio familiar. «Estoy sola en mi casa, pero mis hermanas viven en el mismo inmueble y tengo muchas visitas».

Una vida familiar

Toda su vida fue así. Primero vivió con sus padres y cuando estos fallecieron, se quedó sola. «Al principio fue duro, porque quedarse sola en casa deja muchos espacios de silencio», reconoce, pero si hay algo a lo que le ha costado adaptarse más es a cocinar para una persona: «Toda la vida cocinando para muchos y de repente adaptarse a tarteras pequeñitas es complicado».

Ahora la tele le hace mucha compañía en los ratos de ocio. Los achaques de los últimos años la frenan pero no le impiden disfrutar de algunas actividades. Aún así no prevé mudarse a una residencia ni a la casa de ningún familiar. «Mientras pueda valerme por mi, no me planteo irme a una residencia a vivir, pero si algún día soy dependiente, me lo pensaría», señal Montenegro, que asegura que la soledad en su edad no es una excepción: «De la gente que me rodea hay cinco o seis mujeres que vivimos solas». La única ayuda que tiene, al margen de la familiar, es la de su asistenta. «Me trata muy bien y no me deja hacer muchas cosas por si me pasa algo».

Ahora solo le inquieta la operación de cataratas a la que se enfrentará en breve. «Me voy a operar porque ya empiezo a ver mal. Es la edad», reconoce Piluca.