Y Pontevedra se oscureció...

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA

PONTEVEDRA CIUDAD

En directo | Eclipse solar anular Desde hace varios días los comercios capitalinos han colgado los carteles de «todo vendido» cuando de gafas especiales se trata e, incluso, algunas ferretería agotaron su stock de lentes para soldar

03 oct 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

?ue una mañana diferente. Cientos pontevedreses se echaron ayer a las calles con unas extrañas gafas en las manos y que ocasionalmente se llevaban a los ojos para contemplar el astro rey. La ocasión lo merecía. Pocas veces se tiene la oportunidad de contemplar en directo un eclipse solar anular. Y ayer fue una de esas contadas oportunidades y Pontevedra fue un espacio excepcional para contemplar este fenómeno. El momento álgido se vivió poco antes de las once de la mañana. Del Sol apenas quedó un aro de luz, circunstancia que propició que Pontevedra se oscureciese considerablemente durante unos cuatro minutos y que la temperatura cayese varios grados centígrados. A lo largo de esos escaso 240 segundos las principales plazas de la ciudad se convirtieron en hervidero de personas equipadas con gafas especiales y demás efectos adecuados para contemplar el eclipse. Pero hubo quien, incluso, desoyó las advertencias y optó por utilizar radiografías o negativos fotográficos, circunstancia que hizo que otros viandantes le reprocharan la forma de actuar. Otros optaron por solicitarle un instante la radiografía a su propietario para también poder disfrutar del espectáculo. Y es que el eclipse demostró que los pontevedreses son gente solidaria. Así las lentes especiales pasaban de mano en mano en las plazas y calles para que nadie se quedase sin observar algo que hasta el 2026 no se repetirá. Algunos ópticos no dudaban en demostrar toda su sabiduría en plena calle y explicaban todo lo concerniente al eclipse ante una audiencia improvisada. Lo cierto es que el eclipse levantó una gran expectación. Desde hace varios días era casi que imposible encontrar unas gafas en la ciudad. Estaban agotadas, como también lo estaban las lentes de soldador en algunas ferreterías capitalinas. Cosas del diablo Ayer amaneció un día excepcionalmente claro. Y tal cual castigo bíblico, la noche pareció caer sobre la ciudad. No es de extrañar que, ante la falta de información y de conocimientos, en la Edad Media muchos considerasen tales fenómenos como cosas del diablo. No es nada descabellado si se tiene en cuenta que hubo quien ayer, en pleno siglo XXI, se interesó por conocer la hora a partir de la cual ya no sería peligroso salir a la calle con un bebé. Lo cierto es que, anécdotas al margen, parece ser que las advertencias sobre los daños que podía ocasionar la observación directa tuvieron su recompensa. Por la tarde, desde el Complejo Hospitalario de Pontevedra se informó de que «no hubo patologías atendidas por el eclipse en Urgencias».