El «ángel» que llegó tras el fuego y reformó un hogar en Parada

María Hermida
maría hermida PONTE CALDELAS / LA VOZ

PONTE CALDELAS

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Una voluntaria está pagando el arreglo de la vivienda de Ángel y Antonia, afectados por el fuego de Ponte Caldelas

28 ene 2018 . Actualizado a las 16:27 h.

La historia de José Ángel, Antonia y sus tres hijos, afectados por los incendios de Ponte Caldeas, no puede empezar a contarse desde el día del incendio. Es necesario mirar más atrás. Esta familia del lugar de Parada (Ponte Caldelas) vivía en un hogar con condiciones muy precarias -ni siquiera tenían plaqueta o algo similar en el suelo-, ubicado casi al lado del de los padres de José Ángel. Suena fuerte, pero la descripción de su vida la daban en Parada el día después del fuego: «Eles xa eran pobres antes do lume», se oía decir. José Ángel había tenido un golpe de suerte un poco antes del incendio, ya que le habían contratado de forma temporal en el Concello. Pero, aún así, las necesidades que tenían eran abundantes. Ellos contaban con un alpendre casi pegado a su casa con gallinas y maquinaria para cortar leña, ya que él a veces trabajaba en ello. El galpón, con la aves incluidas, quedó arrasado por el fuego. Lo contaba José Ángel el día después con los ojos enrojecidos de haber estado toda la noche intentando, sin éxito, sofocar las llamas. ¿Qué pasó a partir de ahí? Pasó, como decía ayer Antonia, que «un ángel se cruzó en nuestra vida».

Como su casa no quedó afectada, ellos no fueron realojados. Pero igualmente se pidió ayuda para que pudiesen tirar hacia adelante. Así fue cómo un buen día una persona de Ponteareas se desplazó hasta su hogar para llevarles alguna ropa y enseres. Al ver la casa donde residían se quedó de piedra. Lo recuerda bien Antonia: «Dijo que ahí no podíamos vivir con los niños, que estaba en malas condiciones. Y decidió ayudarnos. Nosotros casi no nos lo podíamos creer... Lo dice mi marido y lo digo yo: es nuestro ángel». La mujer cumplió su promesa y actualmente, de acuerdo también con el Concello, se está arreglando la vivienda en cuestión. Los albañiles están trabajando en la misma y mientras tanto se realojó a Antonia, José Angel y sus tres hijos en un piso en Ponte Caldelas. Ellos no saben exactamente lo que se está haciendo dentro de su hogar, pero ven entrar y salir a los albañiles con plaqueta y demás materiales. Están encantados: «Quieren darnos una sorpresa, no sabemos ni lo que están haciendo, pero seguro que vamos a estar bien, señala Antonia.

De momento, el alpendre que fue pasto de las llamas sigue igual que el día después del incendio. Las secuelas del fuego continúan bien visibles. Y tampoco Antonia y José Ángel se olvidan del miedo que pasaron aquella noche: «Fue terrible, pensamos que también se nos quemaba la casa y nosotros con ella. Los niños también se asustaron, no quiero ni recordarlo», cuenta ella. Habla mientras la pequeña Ainara, de catorce meses, echa una buena sonrisa. La bebé es la pequeña de los tres hijos de la pareja. Dice la madre que sus hermanos están locos por jugar con ella. Quizás pronto los tres puedan entretenerse en la renovada vivienda. Parece que hay vida después del fuego.