Arado a la desesperada del canal del Lérez para frenar la expansión del fango que ahoga al marisco

Marcos Gago Otero
Marcos Gago PONTEVEDRA / LA VOZ

POIO

Barco de la lonja de Campelo realizando arados del banco marisquero en el tramo final del canal del Lérez, en la ría de Pontevedra
Barco de la lonja de Campelo realizando arados del banco marisquero en el tramo final del canal del Lérez, en la ría de Pontevedra ANDRÉS SIMÓN

El dilatado retraso en el dragado asfixia parte de los bancos marisqueros del fondo de la ría de Pontevedra

08 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El barco de la lonja de Campelo está realizando estos días el arado de zonas del canal del Lérez para intentar salvar lo poco que queda del banco marisquero de la desembocadura. Es una medida a la desesperada porque el prolongado retraso que lleva el dragado del Lérez, que acumula más de una década, ha cubierto de una capa de fango gran parte de un área que, a principios de este siglo, suponía ingresos por más de un millón de euros en bivalvos en la rula de Poio.

Ahora, tras el paso de tantos años, con el sedimento arrastrado por el río —ramas, troncos, hojas y basura de todo tipo— acumulado en el suelo de la ría y sin dragar, el fango ha ido tomando posesión de lo que era un medio marino fértil y propicio para el marisqueo.

El arado desde el mar es, por ahora, una solución provisional, pero desde el sector prefieren un parche a la nada o a dejar morir lo poco que aún queda de productivo.

Con las corrientes a favor

El barco de la lonja no actúa en todo el canal ni lo hace a cualquier hora. Se han escogido los tramos donde el fango se ha ido expandiendo en los últimos tiempos y que cubre con una capa de uno o dos centímetros el suelo arenoso —si la capa de lodos llega a los tres centímetros ya no queda marisco vivo y en gran parte de la desembocadura supera con creces este grosor—.

Una vez que se han identificado los espacios de posible trabajo, entonces se aguarda a que haya mareas bajas cuando el empuje del Lérez hacia el mar es mayor que el de las mareas en sentido contrario. Es entonces cuando el barco va arando, poco a poco, las zonas de interés, sin profundizar mucho para evitar causar daños a los bivalvos enterrados.

Se trata de remover la capa más exterior del lecho marino, lo que provocará que el fango sobre él se desprenda y quede en suspensión en el agua. Al tener más fuerza el empuje del río hacia el mar, se confía en que ese lodo se disuelva mejor y acabe mucho más lejos, ya diluido e incapaz de asentarse de forma peligrosa para la supervivencia del marisco. Asimismo, al quedar ese sedimento menos apelmazado, es más propicio para la supervivencia de las larvas de la almeja y del berberecho.

El sector de marisqueo a flote se ha visto muy perjudicado por el retraso en el dragado. El de a pie sortea algo mejor el problema. Está previsto que en abril o mayo bajen también los tractores con arados a las playas de ambos márgenes de la ría para poder remover el sustrato en marea baja.