Las mariscadoras peinan la ría de Pontevedra para disuadir a los ladrones de almejas

Marcos Gago Otero
marcos gago POIO / LA VOZ

POIO

Patrulla de mariscadoras en las playas de Poio
Patrulla de mariscadoras en las playas de Poio Pablo Fariña

El pósito de San Telmo organiza patrullas para vigilar las playas frente a los furtivos

20 ago 2021 . Actualizado a las 13:24 h.

Mariscadoras de mañana y vigilantes de la playa por la tarde. Esta transformación obedece a un único objetivo: salvar sus bancos marisqueros de los ladrones de almejas. Es verano y las playas del fondo de la ría de Pontevedra se llenan de gente, independientemente de la hora, y la tentación de llevarse unos cuantos kilos de almeja, de paso que se recoge la pala y el cubo de los niños, es demasiado grande para algunas personas. Además, están los profesionales, los furtivos que viven de la actividad ilegal y que saquean las playas causando el mismo estropicio que un ladrón en un cajero de los que expenden euros. Y es que para las cofradías del fondo de la ría de Pontevedra, la preservación del recurso marisquero es la garantía de que a fin de mes llevarán dinero a sus casas, no sin antes pasar su agotadora jornada al sol y con la espalda agachada revolviendo la arena.

Las patrullas de mariscadoras se concentran en el litoral de Poio. Se pueden ver en grupos de dos a cuatro, según la extensión de cada arenal, en O Ameixal, A Puntada, Campelo, A Illa dos Gatos y A Chouza, en Combarro. No es que no haya ladrones de almeja enfrente, en Os Praceres. Los hay, pero como ese entorno no es de playa, cualquier intruso en la arena es más visible que una luz roja en una central de alarmas. Así que de día no hay apenas actividad furtiva en Lourizán. En la costa poiense es otro cantar, porque los aprovechados que se llevan los bivalvos para casa o para vender, se camuflan entre los miles de bañistas que se acercan a las playas todos los días para darse un chapuzón o tomar el sol.

De noche trabajan los guardas de las cofradías, que se coordinan con la Guardia Civil para detectar furtivos y poner coto a sus actividades. De día, este personal descansa y le toca a las propias mariscadoras defender su pan.

Función disuasoria

El patrón mayor de San Telmo, César Rodríguez, explica que las patrullas de mariscadoras cumplen una función muy necesaria para velar por el buen estado del recurso en el verano. Protegen su playa como quien vigila una caja fuerte, porque en ello les va el tener o no tener qué recoger el resto del año también.

«La vigilancia se hace en julio y en agosto, por turnos, porque sirve para disuadir a los furtivos y al resto de la gente de coger almejas. Ver los chalecos y las gorras ya disuade a los furtivos», precisa César Rodríguez. ¿Cómo está siendo esta temporada estival? Por ahora, parece que bastante tranquila. Rodríguez sostiene: «Muchas quejas no es que hubiera. Por ahora todo parece tranquilo». Eso sí, matiza que la vigilancia de las mariscadoras es imprescindible para preservar esta situación. Sin ellas, los bancos sufrirían de la acción de los incívicos.

Los furtivos profesionales son un problema recurrente en el litoral de Poio. Hace dos años se organizaron en grupos y le plantaron cara incluso a la Guardia Civil y a los Gardacostas de Galicia. Tenían gente apostada en lugares estratégicos y se avisaban de los movimientos de los agentes. Llegaron hasta a hacer zulos para esconder la almeja en el monte. Este verano Rodríguez cree que esa situación está superada, al menos por ahora. Siguen apareciendo los furtivos habituales, pero no con la intensidad de otros años y ante los avisos de las mariscadoras suelen irse y dejar su botín en la arena. Lo malo es que si fallan en un lado prueban suerte en otro.

Las mariscadoras tienen más suerte con los furtivos de bañador, porque una vez que son descubiertos no suelen volver a las andadas, aunque solo sea por la vergüenza de que los pillaran. Así que, las mariscadoras seguirán convirtiéndose en vigilantes de playa hasta que lleguen las lluvias y el frío de otoño.

La pesca sufre con la actividad ilegal de las personas que no respetan tallas ni vedas

La pesca es una de las principales industrias de la comarca de Pontevedra y es un sector donde también se sufren las consecuencias derivadas de la actividad de los furtivos y de la práctica ilegal de algunos de los pescadores y de los integrantes de la séptima lista. La propia conselleira de Mar, Rosa Quintana, hizo alusión a esta situación cuando advirtió contra el furtivismo y, al evaluar los buenos resultados de la campaña del pulpo de este verano pidió al sector profesional que cumpliese con las capturas según el reglamento marcado para esta especie.

En los puertos, los pescadores profesionales son conscientes de las dificultades que acarrean para el sector aquellos que se saltan las normas y regresan a puerto con más kilos de los debidos, o con ejemplares que no cumplen la talla o que no respetan las vedas que se le aplican a determinadas especies. En el caso de la pesca, a diferencia del marisqueo a pie, la actividad furtiva es más compleja porque requiere de un barco o de unos medios que permitan sumergirse en zonas de mayor calado. No obstante, las cofradías admiten que sí existe este problema ahí también.

El patrón mayor de Sanxenxo, Sauro Martínez, indicó que una de las especies que más sufre el acoso ilegal es el pulpo y lamentó que haya «algunos buceadores» y «gente de la séptima lista que va a pescar con raña» que no cumplen los requisitos para la captura legal del pulpo. En el otro lado de la ría, en Bueu, el patrón mayor y presidente de la Federación Provincial de Cofradías, José Manuel Rosas, manifestó que se ha detectado furtivismo en algunas especies y en ámbitos como Udra y en cierta medida Ons.