«Sé que parecemos los malos de la película»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

POIO

Capotillo

Defiende a un colectivo, el de los gasolineros, y lo hace explicando que ellos son solo «el último eslabón de la cadena» y no los causantes del mosqueo generalizado por el precio del carburante

17 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Benigno Redondo, de Poio (Pontevedra), es de esas personas con las que se queda para hablar de algo tan material como la gasolina y a los pocos minutos en la conversación se oyen frases como «qué bonita es esa condición del ser humano de equivocarse pero poder enmendar el error y pedir perdón». Así es él, un sentimental a pie de surtidor. Benigno, dueño de una gasolinera en Poio, preside la Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio de Pontevedra y también la federación gallega del gremio. Así que resulta la persona idónea para transmitirle el mosqueo generalizado por la galopada en los precios del carburante. Suspira y afirma: «Sé que parecemos los malos de la película, es normal que cada vez que sube la gasolina la gente se nos queje a nosotros, que somos los que se la servimos... pero somos los menos interesados en que suba el precio. Nosotros somos un pequeño eslabón de la cadena, el último, y nuestro margen de ganancia es prácticamente el mismo esté más alto o más bajo el precio. Tenemos las manos bastante atadas. A mí también me parece cara la gasolina», señala.

Cuenta Benigno que la asociación de gasolineros nació en los años setenta con un objetivo claro: defender los intereses del sector y ser el enlace con la Administración, sobre todo con Industria. Él accedió a la presidencia hace unos ocho años para intentar echar una mano. Y en ello está. Cuando se le pregunta por qué en Galicia hay que pagar el gasoil más caro que en Madrid, pese a allí el nivel de vida es mayor, no elude la respuesta: «Hasta hace muy pocos meses aquí teníamos el tema del céntimo sanitario incluido en el precio del carburante, que como se dice céntimo parece que solo es uno pero que son muchos más. Ahora eso es igual en toda España y se notó porque Galicia ya no está entres las primeras comunidades con los precios más caros, tal y como pasaba antes. ¿La comparación con Madrid? Hay que tener en cuenta una cosa. En Madrid las ventas medias de cualquier gasolinera son muy superiores a las Galicia. Y también es cierto que aquí tienen mucha penetración las gasolineras premium, las de las grandes firmas...».

Se le pregunta luego por las diferencias dentro de Galicia, por esos céntimos que separan el carburante más caro del más barato. Y dice: «Hay que tener en cuenta muchos factores. Galicia es un lugar muy disperso en el que hay gasolineras en sitios muy pequeños. Ahí, o tienes un poco de margen de ganancia, o no resistes. No todas las áreas de servicio dan beneficios buenos... te aseguro que hay compañeros que lo pasaron o lo están pasando todavía muy mal». Cita luego que en la provincia de Pontevedra hay actualmente 22 gasolineras cerradas. Y reflexiona: «¿Si fuese algo tan rentable estarían todas cerradas? Estoy seguro de que no, de que se abrirían».

«Sin personal, nada es seguro»

Benigno habla despacio, bajito, en un tono de voz que no casa con su corpulencia. Defiende a capa y espada las gasolineras en las que hay personal frente al autoservicio. Y se nota que le gusta el oficio: «Pienso que el hecho de que haya personal en una gasolinera es un aval, da seguridad al conductor. Y además se crean puestos de trabajo. Me parece un disparate el autoservicio por muchas razones, entre ellas porque se discrimina por ejemplo a las personas con discapacidad, que muchas veces no son capaces de servirse la gasolina. Me parece muy bonito que en una gasolinera haya personal atendiendo, que tenga una buena relación con la clientela y le ayude allí en lo que necesite. Con lo bueno que es relacionarnos unos con otros y no con máquinas...», indica.

Se le ilumina la cara y se le viene entonces a la cabeza una anécdota de tantos años entre surtidores: «Me acuerdo una vez que una familia vino a repostar y hubo un error a la hora de poner el combustible. Yo nunca entro en quién tuvo la culpa, si el cliente o el trabajador, eso es una tontería. Lo importante cuando hay un problema no son los culpables sino la solución, como decía antes eso es lo bueno del ser humano, que se puede equivocar y enmendar el error. El caso es que era una familia con niños pequeños, superamables y cordiales. Se estaba haciendo de noche y me daba muchísima rabia que se quedasen allí tirados, así que les dejé mi coche y se fueron en él. Luego fui a recogerlo a Ourense. No sabes todo lo que me lo agradecieron», indica.

Benigno termina hablando de que las gasolineras se han reinventado en lavados o supermercados para sobrevivir. La suya también es hasta un pequeño museo. «Sí, tengo ahí latas de aceite y gasolina antiguas. Son pequeños recuerdos», dice señalando a unas latas que adornan una escalera beis, a juego con su calidez.