«Víñanche cun fouciño e había que correr por si acaso»

Alfredo López Penide
López Penide POIO / LA VOZ

POIO

El Concello de Poio homenajea a media docena de funcionarios que se jubilan tras décadas de trabajo

26 abr 2019 . Actualizado a las 21:57 h.

En su mayoría comenzaron a trabajar para el Concello de Poio en la década de los ochenta y, tras décadas de servicio, el próximo 10 de mayo la corporación municipal y sus compañeros han previsto dispensarles un sentido homenaje. José A. Ligero, Marcelino Casas, José Torres, José R. Ucha, Ermitas Navarro y José M. Bouzas son los seis funcionarios municipales que hasta ahora venían desarrollando labores en la Policía Local, así como en el almacén, oficinas de distintos departamentos y servicio de limpieza municipales.

Uno de los más veteranos es José M. Bouzas, quien lleva vinculado al Concello los últimos 38 años. Empezó en el servicio de limpieza para, posteriormente, pasar a ocuparse del alumbrado público, la fontanería o la cantería, si bien las últimas dos décadas ha ejercido de notificador, esto es, la persona que antaño era conocida como alguacil y que se ocupa de entregar las notificaciones administrativas. «Normalmente, tócate levar cousas malas, multas e temas de infraccións urbanísticas, imaxínate como te reciben, chámante de todo. Algunha vez foi fastidiada, de ter que coller e escapar a correr. Víñanche cun fouciño e había que correr por si acaso».

No es la única anécdota que atesora Bouzas. Así, recuerda otro episodio protagonizado por un matrimonio de O Vao y uno de sus hijos en tiempos del servicio militar obligatorio, a quien les tenía que informar que este último tenía que presentarse en el Concello para tallarlo. «E traenme un crío pequeno que tería 7 ou 8 anos. ‘‘Aquí non hai máis que este’’, dicíanme os pais».

Demoliciones de chabolas

Ni las advertencias de alertar a la Guardia Civil parecían echar atrás a los padres. Finalmente, todo se solventó en el cuartel de la Benemérita sin mayores contratiempos, aunque otras veces ha sufrido algún que otro susto, como alguna vez que tuvo que entregar una notificación de demolición de una chabola. Le amenazaron, sí, pero, como el propio Bouzas aclara, no fueron los vecinos de O Vao, «cos que me levo moi ben», sino gente de paso.