Chutando entre chupetes

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

POIO

CAPOTILLO

Regresó este año al Poio después de una temporada fuera para ser mamá

24 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La decisión de ser madre fue una de las cosas que Jessi tenía más claras, más incluso que darle patadas a un balón. Sabía que se pasaría un año en el dique seco del fútbol sala femenino y dejó en el camino buenas ofertas deportivas. Lo importante es, fue y será Ainara, una pequeña de nueve meses que marca las horas de su vida. Ahora Jessi ha vuelto al Poio Pescamar. Es jugadora profesional y madre de un bebé. Su camiseta luce desde entonces el número 30, el día de nacimiento de su hija.

Hace dos temporadas dio un paso atrás en lo deportivo para quedarse embarazada. Ahora confiesa que los últimos dos partidos de la temporada 2016 y 2017 y la Copa de la Reina los jugó embarazada de apenas un mes. «Solo lo sabía la capitana, pero quise estar igual, me protegía más en la pista», explica Jessi, que recuerda que tras el impacto inicial de contarlo a la directiva, todo fueron enhorabuenas.

Sentada en su casa de Beluso junto a su pequeña reconoce que la vuelta a la competición le ha costado. El 20 de agosto regresó a las pistas y trabaja para estar al mismo nivel físico que sus compañeras. «Estoy a un 60 %, aun no llegué a su nivel, pero poco a poco. Ahora estoy mejor, del primer entrenamiento llegué agotada», comenta Jessi. Dejó el club un año y ha vuelo con nuevo entrenador y una hija que le obliga a compatibilizar sus dos pasiones, el fútbol y la familia. Jessi sigue dándole el pecho a su hija y antes de cada partido tiene que sacarse leche, al igual que cuando se va el fin de semana a jugar fuera. La maternidad y el deporte de élite son compatibles en su vida y recomienda a sus compañeras que lo prueben. Cuando se quedó embarazada recuerda que había otra chica en un equipo madrileño. En el Poio Pescamar es la única mamá.

Dos años y descanso

Llevaba dos años en el equipo cuando optó por la maternidad. Se quedó un año al margen y esta temporada volvió con más fuerza que antes. Atrás quedaron oportunidades deportivas interesantes . «Cuando estaba embarazada me llamó el Burela para jugar y me daban muchas facilidades, pero opté por quedarme», recuerda Jessi, que en ese momento tuvo que sentarse a pensar que hacer con una oferta de un equipo con aspiraciones a ganar el campeonato. El equipo lucense es el único de División de Honor que tiene baja de maternidad. Además del Burela, esta jugadora colombiana recibió llamadas de Madrid y Ourense para jugar. Ella siempre optó por el Poio y cree que lo seguirá haciendo en el futuro si quieren contar con ella. Su vida está aquí, en Beluso, junto a su familia. Su marido es entrenador de un equipo de fútbol cadete y trabaja por las mañanas en el puerto de Marín. «Tenemos que organizarnos el fin de semana para intentar que los partidos de él sean los domingos y pueda estar el sábado con Ainara», explica Jessi, que hacen un puzle semanal para cuadrar sus agendas deportivas.

Jessi llegó de Colombia con 15 años junto a sus tres hermanos. Su madre llevaba ya diez años en España y le ofreció a sus hijos la oportunidad de venirse aquí en busca de oportunidades. «Con 14 años la selección de fútbol mi país me quiso llevar a una concentración en Bogotá, pero mi madre me dijo que no me dejaba ir. Era muy pequeña y prefirió que nos viniésemos para España», indica. Ahora vive en Bueu y su familia es feliz en Benavente. Jessi echa de menos a su familia y amigos de Colombia, pero aquí ha encontrado un futuro y un presente dándole patadas a un balón y cuidando de Ainara, mientras el cuerpo aguante.