La familia como arma de recarga

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

POIO

CEDIDA

Tras el esfuerzo del Mundial, Adrián Sieiro y Sergio Vallejo descansan en Poio antes volver a Sevilla en octubre para iniciar un año decisivo

30 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«No traje ni palas, ni barco, así no puedo caer en la tentación». La pareja de piragüistas Adrián Sieiro y Sergio Vallejo están de vacaciones. Con esta frase resumen a lo que se van a dedicar hasta el 1 de octubre y que no será más que a descansar y a disfrutar de lo que no tienen con ellos habitualmente, su familia. Después del bronce en el Europeo, un octavo puesto en C2 1000 y haberse quedado a las puertas del tercer puesto en C2 500 en el Mundial, se han vaciado de energía. Necesitan recargarse y para ese paréntesis no encuentran ningún destino mejor que sus casas familiares en Poio.

Desde su tierra natal y ya en frío pueden valorar un Mundial del que vuelven satisfechos con su papel, pero no tanto con la suerte que han tenido. En C2 500 se quedaron a 43 milésimas del bronce. «Ahora piensas, ‘qué buen resultado’, pero cuando ves que pasas cuarto por tan poco, dices ‘qué putada’», confiesa Sieiro, que reconocen que salieron con la «palada mala». Su compañero de batallas, añade «una palada más y hubiésemos tocado podio». Vallejo solo lamenta que la suerte no haya estado de su lado, especialmente en la de C2 1000, la distancia más importante para ellos por ser la olímpica.

Quedaron en octava posición, mejorando la undécima del año pasado, pero ahora tendrán que redoblar esfuerzos porque el próximo año es clasificatorio para los Juegos Olímpicos. Los que entren en los siete primeros puestos clasificarán las embarcaciones y aunque ellos tengan después que superar otras competiciones, tendrán el trabajo casi hecho. «En esta prueba tuvimos un problema con el viento en contra, lo sabíamos antes de salir, los que remamos por las calles 6,7,8 y 9 tuvimos los peores resultados», explica Sieiro, mientras Vallejo añade que de no haberse dado ese condicionante «podríamos haber quedado en quinto lugar».

No cabe duda de que a ambos les hubiese gustado una posición mejor, pero están satisfechos porque «llegamos en nuestro mejor estado de forma, en un buen momento, no pudimos haber dado más», resume Adrián Sieiro, que reconoce que ahora necesita desconectar para volver el 1 de octubre al centro de alto rendimiento de Sevilla -donde entrenan con el grupo nacional de canoístas- con fuerza para afrontar una temporada decisiva, la meta de ambos es entrar en los Juegos Olímpicos y por qué no, luchar por el oro.

Una vez regresen a la capital andaluza tendrán que ponerse a tono, tardarán algo más de dos semanas en coger el nivel físico. El moral llegará en lo más alto después de un mes bajo los cuidados familiares. La recarga les llegará hasta el próximo Mundial. Estos días, con el cansancio todavía en sus cuerpos tras el Mundial, se dedican a echar una mano en casa y ver a los amigos, que tanto echan de menos cuando están en Andalucía. «Solo con estar aquí ya desconectas, haces otras cosas y después de un Mundial es imprescindible», explica Vallejo, que aprovechará en descanso para hacer esas cosas que en temporada no puede. «Iré a alguna fiesta con mis amigos», señala. Sieiro seguirá ese mismo ejemplo, pero también aprovechará para desconectar viajando a Madrid unos días. Ninguno piensa en canoas, las palas no son para septiembre.