Cobres volvió a bailar con las madamas e galáns y 5 valientes compitieron por el Galo no río

La Voz VILABOA / LA VOZ

POIO

emilio moldes

14 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La lluvia no arredró a las madamas e galáns del tradicional entroido de Cobres, que preservan una tradición festiva de varios siglos y que ayer volvió a escenificarse en la carpa instalada en Riomaior. Los historiadores desconocen cuándo se originó este festival, pero su datación se remonta a muchas generaciones atrás. Sus primeras menciones documentales se refieren al siglo XVIII, aunque algunos antropólogos creen que su origen es incluso anterior y que podría provenir de finales de la Edad Media y principios del siglo XVI.

Una vez remataron las danzas, fue el turno de la Corrida do Galo. Llamativo es el Galo no Río, un juego que consiste en que los jóvenes intentan coger, desde un tronco situado encima del río, un señuelo. Participaron cinco jóvenes, de los que el ganador fue uno que acudía por primera vez: Lucas Crespo González. Para el Galo na Vara había siete vecinos, aunque finalmente no lo llegó a alcanzar ninguno, la comisión entregó el premio al que subió más alto.

Poio y Marín

Los más pequeños de Combarro tienen hoy (17 horas) una cita en el local de la comunidad de montes por su baile infantil de disfraces. Por su parte, los vecinos de Marín velarán desde las cinco de esta tarde a la Sardiña, fallecida en plenas fiestas y cuyos restos mortales se expondrán en un ataúd en el palco de la Alameda.