Elena, la matriarca «traballadora e loitadora» de cinco generaciones

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

MORAÑA

CAPOTILLO

Vive en Cosoirado (Moraña) y tuvo 9 hijos, 15 nietos, 9 bisnietos y dos tataranietos

13 dic 2021 . Actualizado a las 19:59 h.

Un merecido homenaje a su madre. Es lo que quieren hacer con este reportaje los hermanos Gamallo Tilve y demás familia, de Cosoirado, en el municipio pontevedrés de Moraña. Y es que la matriarca, Carmen Elena Tilve, conocida como Elena de Antonio, fue toda su vida una mujer trabajadora y luchadora. Ahora tiene 88 años y su salud le impide estar más activa, pero durante muchas décadas fue el alma de esta gran prole. Hace 18 años, perdía a su marido, Hipólito Ramiro Gamallo, al que llamaban Hipólito do Ferreiro, y se quedaba viuda. Hoy Elena vive con dos de sus hijos, Gonzalo, Lito, y Mercedes, Merchi. El resto, menos José Antonio, que reside en Mallorca, viven repartidos entre Moraña, Pontevedra, Cerdedo y Campo Lameiro.

Gonzalo cuenta que sus padres tuvieron hasta 1988, cuando se jubiló Hipólito, una taberna ultramarinos de aldea. Era A de Antonio. Aunque se hacían comidas por encargo, era más una tienda en la que se podía comprar un poco de todo, también pan. En esa taberna los vecinos se reunían para jugar la partida y era el sitio donde el cartero dejaba la correspondencia. «Atendía máis meu pai, que miña nai», recuerda Gonzalo. Antes de eso, Hipólito, carpintero de profesión, había estado emigrado en Holanda. Tanto él como Elena, la matriarca, eran también agricultores.

El matrimonio tuvo nueve hijos, de los que viven seis. Son, por orden de mayor a menor, Manuel (fallecido), Guadalupe, Constantina (fallecida), José Antonio, Basilio, Jesús (fallecido), Gonzalo, Mercedes y María Elena. Cinco hombres y cuatro mujeres. Se le pregunta a los hijos de Elena si ellos siguieron la tradición de tener muchos vástagos y Gonzalo responde un poco a la gallega: «A medias». José Antonio y él no tuvieron ninguno, pero Manuel tuvo cuatro; Guadalupe, uno; Constantina, tres; Basilio, dos; Mercedes, dos; y María Elena, otros dos.

Elena, la matriarca, tuvo quince nietos —uno falleció, Daniel—, nueve bisnietos —uno falleció, Samuel— y dos tataranietos, los pequeños de la casa, Mateo y Martina. Entre Manolo, el hijo mayor de Elena e Hipólito, y María Elena, la pequeña, había 25 años de diferencia entre ellos. Y otra curiosidad, María Elena tiene una sobrina de mayor edad, Sara.

¿Cómo es Elena? «Foi unha muller traballadora e loitadora. Moi emprendedora, meu pai era máis precavido. Ela, coa axuda de meu irmán José Antonio, era quen poñía as ideas e quen dicía o que había que facer». Pero Elena es también una superviviente. Hace 26 años le diagnosticaron un cáncer de estómago y le dieron tres meses de vida. Fue un octubre y no le habían quitado ni un drenaje de la barriga porque decían que no iba a pasar de las Navidades. Pero afortunadamente no fue así. Salió de ese cáncer gracias también, dicen sus hijos, a su fuerza de voluntad. Pidieron una nueva consulta y finalmente le sacaron el drenaje.

Ahora las rutinas de Elena son muy distintas a las de antes. No se levanta temprano, desayuna y se va al sofá. Está bien de cabeza, pero tiene problemas de movilidad y apenas sale de la casa familiar de Cosoirado. «Hai uns anos axudaba coa comida, lavaba a louza... Agora cústalle moverse e se entretén coa tele e coas visitas dos netos e dos máis pequenos, iso sempre lle gustou». Rodearse de los suyos y disfrutar de su compañía.

No de quejarse

Su hija Merchi destaca la fuerza de su madre. «Foi moi traballadora e sobre todo unha muller forte, nin era nin é de se queixar a pesar de que tivo un montón de enfermidades e de que tivera dor». Merchi comenta que Elena va de la habitación al salón y del salón a la cocina y ya poco más. «Póñolle a tele para que non estea en silencio, se lle falas, responde». Merchi tira de anécdota. Hace poco, un domingo, se juntaron sus hijos para comer. Elena estaba atenta a la conversación, aunque no participaba mucho. Hasta que soltó a sus vástagos: «Estades todos como cabras». Ella era «moi faladeira» y, aunque ahora con los años y los achaques conversa menos, de vez en cuando tira de retranca y deja su huella.

Una buena cocinera, en especial su cordero al horno, y fan del Celta 

Carmen Elena Tilve se pone al teléfono el viernes desde su casa de Cosoirado, en Moraña. Dice que esa jornada no está muy bien de salud, pero tampoco se queja ni se recrea. Pasa a otra cosa. Explica que le gusta ver la tele. Casi de todo, menos las novelas, remacha. ¿Los deportes, también?, se le pregunta. «O fútbol tamén, si, son do Celta». Nada de Madrid ni de Barcelona. Tira para los equipos gallegos. Tuvo nueve hijos y la suya es una familia muy numerosa que va por la quinta generación. ¿Ha tenido que echar muchas broncas? Se hace un silencio. Y es su hija Merchi quien responde por ella: «¿Se botas broncas? Agora non berra tanto».

A Elena siempre le gustó que la familia estuviera unida y, aunque los tiempos cambian y son diferentes, puede presumir de haberlo conseguido mucho más que la media y a pesar de que en los últimos años no faltaron los malos momentos. Elena fue una gran cocinera. Le gustaba hacer comida para todos y, aunque fuera de improviso, siempre se las apañaba para que nadie se quedara sin un plato lleno.

Horno de piedra

Su especialidad más valorada era el cordero al horno. Un plato que hacía con animales «da casa» y en un horno de piedra. Ahí podía estar el secreto, junto a su buena mano, claro. Además del cordero al horno, también hacía un sabroso cocido. Elena e Hipólito tenían animales, sobre todo vacas, de las que sacaban leche.