Xosé Monteagudo desvela en el aula los secretos de su novela

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

MORAÑA

C.B.

El escritor compartió con alumnos del IES Sánchez Cantón los entresijos de «Todo canto fomos»

13 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Una forma más y distinta de aprender. Fue la actividad que ayer se desarrolló en el paraninfo del IES Sánchez Cantón de Pontevedra. Alumnos de 2º de bachillerato de los clubes de lectura compartieron charla con el escritor Xosé Monteagudo (Moraña, 1965). Antes del acto, el contador de historias reconocía que no suele visitar muy a menudo los institutos para hablar de su obra. Los estudiantes leyeron en el primer trimestre de este curso su última novela, Todo canto fomos. Esa fue la excusa para intercambiar impresiones y hacerle muchas preguntas sobre los entresijos de su escritura.

«Esta novela empezou hai moitísimos anos, cando era coma vós. Quería facer algo con moitos personaxes e en diferentes épocas, pero que reflicten problemas e temas universais como o amor, o poder, a loita polo progreso persoal e social», les dijo Monteagudo. Aquella obra quedó aparcada por otras, hasta que la retomó en el 2009. Contó que comenzó a escribir partiendo de una imagen: la de un hijo que está en Londres y pierde a su madre. Llega a Galicia y se encuentra una serie de papeles antiguos que cuentan historias. «O primeiro capítulo da novela responde a esa imaxe», desveló el escritor.

Tras esa introducción, llegaron las preguntas de los alumnos. Las chicas hicieron más que los chicos. Se interesaron por cómo organiza las historias dentro de la novela, por la labor de documentación, en especial en el tema de las cárceles, por ese final «tan tráxico», por las digresiones sobre la pesca o la política, o por si la obra tiene componentes autobiográficos.

Xosé Monteagudo les comentó que no es partidario de planear demasiado. «Se fago un guion moi ríxido corro o risco de que os personaxes perdan vida e autonomía», dijo. Tampoco es muy defensor de la excesiva documentación, aunque con Todo canto fomos era necesario por el marco histórico y geográfico. En su caso, no le pasa como a Gustave Flaubert, que decía que Madame Bovary era él: «Todo escritor pon algo das súas vivencias, pero non é autobiográfica».