Bares sin competencia, pero en peligro

C. Pereiro PONTEVEDRA / LA VOZ

MORAÑA

CARLOS PEREIRO

Saber reciclarse y captar clientes, claves para la supervivencia del bar de carretera

18 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Taberna, tasca, bar, garito, pub... El negocio de poner una bebida tras una barra siempre ha gozado de una entrañable salud en Galicia. Tanto es así, que los bares se acumulan a cientos en las ciudades, decenas en los pueblos y, como no podía ser de otra manera, algunos realizan su actividad, solitariamente, en pequeñas aldeas o núcleos a pie de carretera.

En la comarca de Pontevedra, son varios los regentes que decidieron mantener estos negocios, que poco a poco, han ido mudando su modelo y su manera de atraer clientes. Cada vez menos, estos bares sin competencia directa, sobreviven al paso de los años y dan de beber y comer a quien para delante de su puerta. A Rula en Mane, en la EP-0501, entre Cuntis y Moraña, es uno de ellos.

Ángel Vibela, encargado del establecimiento hostelero, lleva cerca de 26 años dedicándose a este oficio. Es conocedor de diferentes ambientes, tanto urbanitas como rurales, diurnos y nocturnos, y tiene claro que el modelo de negocio de estos bares ha mudado con los años. «Agora somos locais que traballamos moitos cafés. Antes era todo o contrario, non era o principal nun establecemento así», afirma. «O habitual era, hai tempo, que aquí só viñeran os veciños da zona a partir do mediodía e de aí ata a noite. Antes abría as 10 ou así, agora abro as 7».

La taberna como núcleo social, ya fuera para el ocio, el cotilleo o el descanso matutino ha ido quedando en el olvido y, poco a poco, ha dado paso a una clientela más madrugadora y, sobre todo, de paso.

«Aquí o normal e que sirva uns 70 cafés nunha mañá, un día moi bo 100. Soen ser sempre os mesmos clientes, que pasan por aquí diante e almorzan ou toman o café de media mañá», continúa Ángel. «Polas tardas xa ven máis chavalada porque tamén tentas contratar xente máis nova, porque atrae outra clientela».

El establecimiento luce moderno y hasta cuenta con un área de juegos, donde los chavales de los alrededores suelen acudir a pasar la tarde. «Hai que saber reciclarse. Antes cosechabamos o viño e o vendías aquí, a chiquitas, pero eses tempos xa quedaron atrás», sentencia el barman.

La situación de Ramón Morgade, junto con su parrillada San Roque, contrasta radicalmente con lo anteriormente contado. Ha decidido echar el cierre este domingo, tras tres años y medio intentando mantenerse en Albergueira. Una cuerda floja de cuentas que parece no conseguir dar sus frutos.

Su principal fuente de ingresos son las comidas y los mediodías, aunque Ramón reconoce que faltan clientes. «Só veñen os veciños e si, algún cliente de paso, pero non demasiados», narra. «Como as aldeas van perdendo poboación pouco hai que facer. Soe vir xente maior. Xuventude, moi pouca, independentemente do horario».

Aunque cierra, tiene ya otro bar funcionando, con el que espera poder continuar su vida hostelera. No es fácil. Mientras las carreteras generales han ido ganando viajeros en los últimos tiempos, las circunvalaciones y la mejora de otras vías de comunicación han hecho que las carreteras secundarias padezcan una sangría lenta.

«Antes era habitual que todo bar tivera ao lado un establecemento de alimentación, ou un estanco, ou un ultramarinos», recuerda el regente del A Rula. «Ao non ter clientes, foron cerrando ou non había relevo xeracional. Aquí antes, estivo unha tenda aberta 40 anos, pero ninguén a continuou. Agora, nestes paraxes, só quedamos nos».