No solo el «ata a cona» de Tanxugueiras da que hablar: los conciertos más rocambolescos

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

MARÍN

Cientos de personas se quedaron sin ver a Sabina y Serrat en Pontevedra e intentaron acceder a la plaza de toros.
Cientos de personas se quedaron sin ver a Sabina y Serrat en Pontevedra e intentaron acceder a la plaza de toros. JAIME OLMEDO

En un recital de Sabina y Serrat en Pontevedra hubo que llamar a los antidisturbios, Juanito Valderrama dijo que nunca le había pasado lo que le ocurrió en Marín y con Julio Iglesias hubo una pelea de sillas

24 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Ata a cona». Son solo tres palabras. Pero qué tres. Fueron exactamente las elegidas por Tanxugueiras para expresar su malestar por el hecho de que, en una gala celebrada en Marín el día 15 de julio, que se estaba grabando para retransmitirse en televisión (el canal Divinity la ofreció ayer) y en la que actuaban distintas artistas femeninas, ellas no salieron al escenario hasta pasadas las tres de la madrugada. Luego les llegó con tocar cuatro piezas, entre ellas Terra, para deslumbrar al público. Pero su «ata a cona» quedó prendido en el ambiente y pasará a formar parte del anecdotario de los conciertos de las Rías Baixas. En él hay algo de todo. A continuación, un repaso por algunos de esos momentos donde la música, plato principal, se aderezó con algún ingrediente rocambolesco.  

Carteles de protesta en el concierto de Elton John en Pontevedra.
Carteles de protesta en el concierto de Elton John en Pontevedra.

«400 cacicadas» en el recital de Elton John

En el año 1999, Pontevedra empezó el mes de agosto a lo grande musicalmente hablando. El día 1 actuó nada menos que Elton John, que dejó al público con la boca abierta con sus grandes éxitos y que se despidió con su impresionante Candle in the wind. La anécdota ese día la pusieron los carteles que llevaban algunos espectadores que acudieron a la plaza de toros, escenario del concierto. En ellos se leía «400 cacicadas» y se hacía referencia a la reserva de huecos para un «público vip»

Juanito Valderrama, la noche en la que derrochó paciencia para tocar en Marín.
Juanito Valderrama, la noche en la que derrochó paciencia para tocar en Marín. RAMÓN LEIRO

«Esto no me ha pasado en ninguna parte»: la sinceridad del desaparecido Juanito Valderrama

El mes de julio tocaba casi a su fin, en el año 2002, cuando el desaparecido Juanito Valderrama y su mujer, Dolores Abril, actuaron en Marín. Lo hicieron pese a todo. Porque aquella noche el mundo se puso en su contra. Primero, tardaron en salir más de una hora con respecto a la previsión inicial. Y mientras el público aguardaba, la única iluminación era la de un pobre cañón de luz, así que prácticamente había oscuridad. Encima, un viento frío del norte soplaba con fuerza en el parque donde se realizó el concierto y no había protección alguna ante la meteorología adversa. El cabreo por el retraso dio pie a todo tipo de conjeturas sobre los motivos por los que Juanito no salía. Se extendió el rumor de que estaba indignado porque nadie le había ido a buscar al aeropuerto. Pero, al final, todo estaba relacionado con gravísimos problemas de sonido. Pese a todo, cuando por fin pudo agarrar el micrófono, cantó y se disculpó de mil maneras por algo con lo que poco tenía que ver. «Lamento mucho lo del sonido. No me ha pasado en ninguna parte, si fuera otra figura se va sin actuar, pero voy a hacer lo que pueda por el sacrificio de ustedes al esperar», sentenció. Y sí: se metió al público en el bolsillo. 

El loco lío de sillas de plástico, que estaban atadas, en el concierto de Julio Iglesias de Sanxenxo.
El loco lío de sillas de plástico, que estaban atadas, en el concierto de Julio Iglesias de Sanxenxo. RAMÓN LEIRO

Pelea de sillas para ver al incombustible Julio 

Cuenta la hemeroteca que, en agosto del año 2002, Julio Iglesias hizo una visita a Sanxenxo que a muchos les pareció demasiado corta. Aunque el propio cantante contó que una de sus míticas canciones, Gwendoline, la había compuesto muchos años atrás en las tierras sanxenxinas y por tanto tenía un gran entronque emocional con esa tierra, el hombre apenas se dejó ver por la villa ni antes ni después del concierto. Los que querían verle lucir bronceado paseando por Silgar se quedaron con las ganas y los que fueron al concierto presenciaron una situación un tanto esperpéntica. Resulta que había sillas de plástico para ver a Julio. Y, sea como fuere, se armó un enorme lío con las mismas. Por lo que parece, los que estaban en las últimas filas se pasaron a las del medio y con su gesto provocaron el enfado monumental de quienes estaban en esta zona central. Hubo un loco meneo de sillas, que afortunadamente estaban atadas y al final se acabaron aplacando los ánimos. Luego, Julio hizo lo suyo y todo fue como la seda. 

Cientos de personas se quedaron sin ver a Sabina y Serrat en Pontevedra e intentaron acceder a la plaza de toros.
Cientos de personas se quedaron sin ver a Sabina y Serrat en Pontevedra e intentaron acceder a la plaza de toros. JAIME OLMEDO

Antidisturbios para aplacar a los fans de Sabina y Serrat

Lo ocurrido en el concierto conjunto de Sabina y Serrat en la plaza de toros de Pontevedra en el año 2007 es uno de esos episodios que pudo acabar en desgracia. Afortunadamente, no fue así. Resulta que cientos de personas que habían comprado su pertinente entrada no pudieron finalmente acceder al recinto, cuyo acceso se cerró abruptamente cuando el público estaba intentando entrar. Hubo quien intentó forjar la verja del recinto, con el consiguiente peligro. Volaron vallas y contenedores y se acabó solicitando la presencia de los antidisturbios. Los dos artistas salieron al escenario para tocar ante los 6.500 seguidores que sí habían podido entrar. Pero sus voces apenas se oían entre los gritos de «fuera, fuera» que procedían del exterior del coso. Serrat dijo a micrófono abierto que tanto él como Sabina estaban apesadumbrados por lo ocurrido, pero continuaron con el concierto. Luego, hubo más de 200 denuncias a la organización por parte de quienes no pudieron entrar. Y la productora que estaba detrás del recital dio explicaciones vagas de lo ocurrido, como que se hizo un tapón de público en el foso que no había sido capaz de controlar o que el escenario era demasiado grande y no cogía todo el responsable. Básicamente, hablaron de un «error de cálculo», que en la práctica se tradujo en una noche esperpéntica.

Alaska, la noche en la que tuvo que parar su concierto en Pontevedra porque cayó una tromba de agua tremebunda.
Alaska, la noche en la que tuvo que parar su concierto en Pontevedra porque cayó una tromba de agua tremebunda. CAPOTILLO

La tromba de agua bajo la que aguantó Fangoria 

Fangoria, con Alaska comandando el escenario, se encargó de poner el broche de oro a las fiestas de la Peregrina en el año 2011. El concierto, al aire libre, empezó sin que cayese una gota de lluvia en la plaza. Pero cuando había pasado una hora empezó a caer una tromba de agua de esas que hacen historia. Alaska llegó a consultar varias veces a los espectadores si querían que suspendiesen la actuación, porque el diluvio era tremebundo. Pero nadie quería irse. Pero, en medio de una canción, los técnicos advirtieron de que había que parar ya porque el escenario se estaba mojando y los equipos y los propios artistas corrían peligro. Alaska se fue a la carrera, pero disculpándose previamente con el público. 

Rosendo Mercando, en concierto en Pontevedra.
Rosendo Mercando, en concierto en Pontevedra. MANUEL FERNÁNDEZ-VALDÉS

Rosendo... todo un jefazo que aguantó el tipo 

Fue también en los conciertos de la Peregrina, en el año 2019. Tocaba todo un jefe del rock en España: Rosendo Mercado. El sonido se puso en su contra. Los problemas técnicos eran tantos que tuvo que parar en varias ocasiones. Cuando logró arrancar por fin el recital, lo hizo como el tipo grande que es. Tirando de oficio, diciéndolo con su canción elegida para comenzar: Aguanta el tipo sonó en medio de aquel desastre de sonido que fue mejorando conforme pasaron los minutos