Marín, cantera de promesas del ballet

Marcos Gago Otero
marcos gago MARÍN / LA VOZ

MARÍN

Jóvenes integrantes del Ballet de Galicia en uno de sus entrenamientos en Marín
Jóvenes integrantes del Ballet de Galicia en uno de sus entrenamientos en Marín Ramón Leiro

La escuela fundada por Diego Landín gana proyección internacional

15 may 2022 . Actualizado a las 19:20 h.

El marinense Diego Landín, director y fundador del Ballet de Galicia, descubrió el mundo del ballet por casualidad. Y tanto le gustó que ya no pudo dejarlo. Lo suyo iba a ser el baile gallego, pero surgió la oportunidad de probar con el ballet. Lo hizo y hoy, a sus 28 años, Diego Landín no solo tiene formación académica en esta disciplina artística, sino que también ha participado en formaciones de carácter internacional y ahora dirige su propia escuela, Ballet de Galicia, en Marín.

«Yo cuando empecé la verdad es que no conocía nada de ballet, pero era un niño muy activo, que estaba todo el tiempo bailando», recuerda. Desde el primer día que empezó a practicar ballet, supo que era lo que quería hacer, pero el camino no fue ni corto ni fácil. Primero, hubo que vencer las reticencias de muchas personas, incluido un profesor que se burlaba de él. Su familia lo apoyó y él siguió adelante, sin importarle el qué dirán. En su momento no era común ver niños haciendo ballet, pero alguien tenía que romper la barrera y Diego Landín fue uno.

Alemania y México

Después de sus clases en Galicia, logró entrar en el conservatorio de Carmen Roche, en Madrid. «Cuando vi allí una clase de ballet de verdad me sentí frustrado», indica. Entendió cuánto le quedaba por aprender y se puso a ello con todas sus fuerzas. El trabajo tuvo su recompensa y en su periplo como estudiante están su tiempo como alumno en Estados Unidos y en la alemana Stuttgart. En el 2020 estaba ya integrado en el Ballet de Monterrey, en México. Entonces vino la pandemia.

«Me subí al penúltimo avión que salió de México para España», comenta y pasó el confinamiento en Marín. ¿Qué hacer? Una idea que le venía rondado la cabeza desde hacía tiempo empezó a tomar forma. «Yo siempre tuve en mente lo que me había pasado entrenando, cómo había perdido mucho tiempo y no quería que le pasase a nadie más», relata. Fue así como, en medio de la incertidumbre creada por la pandemia y con las restricciones para viajes fuera, que se le ocurrió probar suerte en su villa natal. Abrir una escuela de ballet en una localidad donde no había precedentes. Toda una aventura.

«¿Por qué en Marín y no en Vigo o en una gran ciudad? Porque ya estaba aquí», explica. Al principio no sabía qué iba a pasar, pero según se fue sabiendo y empezaron a apuntarse los niños, la escuela logró cobrar el auge que hoy en día ha convertido a Marín en una referencia en Galicia.

Los jóvenes bailarines han cosechado en poco tiempo logros que nadie sospecharía. Participaron en la final de la Youth America Grand Prix, en Estados Unidos. Con una coreografía hecha por el propio Diego y con muchas horas de esfuerzo, volvieron a sus hogares con dos premios en baile contemporáneo —un segundo y un tercero—. Ganar en Miami fue como conseguir un óscar. Es el certamen juvenil de baile más importante del mundo.

Ahora, estos jóvenes marinenses siguen adelante. Practican sus horas, lo compaginan con sus estudios y, a diferencia de su mentor, tienen quién les guíe y que lo hace sabiendo qué les enseña.