El mago que no necesita trucos para ser bueno

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

MARÍN

Ramón Leiro

Fran Otero, O Mago Paco, hace tiempo que demuestra que es de los que da el callo por un mundo mejor. Llevó su arte a niños hospitalizados y al Sáhara, y en el confinamiento fue el rey de los cumpleaños solidarios

03 jun 2020 . Actualizado a las 13:42 h.

Dejó escrito Ryszard Kapuscinski que para ser buen periodista hay que ser buena persona. Y su frase, seguramente, se pueda aplicar a muchos otros oficios y facetas artísticas. De ser así, Fran Otero, de Marín y conocido como O Mago Paco, tiene mucho ganado. Porque él es de los que va por el mundo tratando de mejorarlo, y no crean que reduce su altruismo a pequeños gestos. No. Pone su arte como mago de forma continua y al por mayor al servicio de causas solidarias. Basta con ver lo que hizo en el confinamiento, donde fue el rey de los cumples infantiles solidarios. Aunque, quizás para entender lo de ahora, haya que explicar cómo empezó todo.

O Mago Paco, una figura que encargan a medias Fran Otero y Marina López, su mujer, que es quien está detrás de mucha de la creatividad de los espectáculos, vive de ofrecer ocio a niños. Sus trucos lo mismo se suben a un gran escenario que son el número que da color a una primera comunión o un cumpleaños. Fran, autodidacta pero también amigo y pupilo de muchos grandes magos, hace desaparecer peluches, cocina caramelos mágicos, logra que le aparezcan encima estrafalarias pelucas o vestimentas... hace «magia divertida». Hasta ahí, cumpliría el expediente de mago. De buen mago. Y punto. Pero hay más. Su obra lleva años siendo también su generosidad.

Todo empieza de la mano dela fundación Abracadabra. Con ellos, O Mago Paco comienza a ir, de forma altruista, a hacer trucos de magia a niños que están hospitalizados. Él, padre de dos niñas, siente entonces que la emoción se le cuela por todas partes. Una vez se le quedó grabado lo que le dijo un médico después de una de sus actuaciones entre niños de pijama clínico: «Díxome que un pequeno que estaba en oncoloxía levaba días sen querer saír do cuarto e animouse a facelo para ver os meus trucos. Foi tremendo o que sentín naquel momento», cuenta Fran.

«Aprendín unha lección»

Esa misma vena solidaria le llevó en enero hasta el Sáhara, acompañado por Mago Rafa, Mago Manu y Mag Malastruc. Fran Otero reconoce que se plantó en los campamentos de refugiados pensando en que tenía la obligación de hacer reír a aquellos niños. Entonces, descubrió algo mejor:

«Deime conta de que esas familias, pese a levar 44 anos exiliadas no medio do deserto, e pese a non ter nada, eran felices. Aprendín unha lección enorme. Déronme máis a min que eu a eles. Iso si, intentei que gozaran moito coa miña maxia, e penso que algúns sorrisos houbo»

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Volvió a casa, a Marín, convencido de lo afortunado que es. Y así, con esa sensación de gratitud metida dentro, le pilló el confinamiento. «E algo había que facer, quedar quieto non era unha opción», dice. Además de participar en numerosos proyectos culturales colectivos y virtuales, O Mago Paco quiso encargarse de que los cumpleaños infantiles siguiesen siendo felices como siempre. ¿Qué hizo? Se ofreció a mandar felicitaciones llenas de magia personalizadas y gratuitas. «Algunha mamá e papá chamábanme para preguntar canto custaba, e claro, ao dicirlle que era gratis quedaban moi agradecidos». Preparó trucos en su casa para sesenta cumpleañeros. No cobró por ello. O sí. Porque los vídeos que le mandaban los padres con los pequeños disfrutando del truco que le había hecho no hay dinero que lo pague.

Aunque los cumpleaños le mantenían activo, quiso ir a más. Y de su cabeza, de la de su mujer y sus pequeñas nació Radio Seixo. ¿De qué se trató? La cosa es bien sencilla: plantaron unos altavoces en el balcón y, cada día, para amenizar los aplausos o en cualquier otro momento, se sacaron de la manga una programación de radio dirigida a la parroquia marinense. No emitían en ningún dial, solo balcón a balcón.

Numerosas peticiones

Lo mejor es que facilitaban su número de teléfono y recibían peticiones. Fran reconoce que lloraba cuando llamaba gente de fuera para dedicarle canciones a sus familiares de Seixo. El último día, un batallón de vecinos les mostró su gratitud regalándoles unas cestas con comida. Paco volvió a llorar. Desde entonces, tras el fin de la cuarentena, trata de volver a recuperar la actividad que le da vida, pero también de comer: los espectáculos de magia a pequeña escala, en cumpleaños, comuniones u otros eventos. Es consciente de que la situación es difícil. Pero su teléfono ya ha empezado a sonar. Normal. Porque es buen mago. Pero, sobre todo, porque es un mago bueno.

En el Sáhara

se dio cuenta de que los niños «eran felices pese a non ter nada»

Ahora, trata de recuperar sus «shows» en cumples, comuniones y todo tipo de eventos