La lectura errónea de un código retrasa el hallazgo del dueño de la lechuza extraviada en Marín

Marcos Gago Otero
marcos gago MARÍN / LA VOZ

MARÍN

CONCELLO DE MARÍN

La Xunta identificó al animal con Nut, que lleva 6 meses perdida

11 ene 2019 . Actualizado a las 10:36 h.

Juan Carlos Lago, un joven cetrero vigués que lleva seis meses buscando a su lechuza -de nombre Nut- y a quien le habían notificado que era el animal que apareció en Ardán, en Marín, hace unos días pasó en cuestión de pocas horas del júbilo a la indignación. El hallazgo de una lechuza, anillada y sin dueño conocido en la parroquia marinense el pasado viernes, avivó la esperanza de que se tratase de su mascota, perdida en verano en Cotobade durante un adiestramiento.

Lago se puso en contacto con la Consellería de Medio Ambiente que le garantizó que el ejemplar, que encontró un vecino en su casa la semana pasada y que custodió durante un día la Policía Local de Marín, era el suyo. El joven les facilitó el código de la anilla que identificaba al animal y desde el centro de recuperación de fauna silvestre se le aseguró que se trataba del mismo. Todo iba bien. Solo faltaba ir a recogerlo. Lo iba a hacer hoy, pero la emoción no le dejó esperar un día más y ayer por la tarde se fue desde Vigo a Cotobade para reencontrarse con una mascota a la que había cogido mucho cariño. Y ahí la historia se torció.

Al llegar al centro de fauna y cuando le mostraron al animal, no solo el código de la anilla no se correspondía, sino que el ave «no se parecía en nada a la mía», relata Lago. Así que, regresó a casa con lágrimas de rabia y una fuerte indignación. Nadie sabe dónde está su lechuza y, para colmo, no se explica cómo puede ser que los técnicos encargados de custodiar a la lechuza encontrada en Marín no supieron leer bien el código.

La presidenta de Aecam, Fátima Otero, la asociación donde Lago estaba aprendiendo a adiestrar a su lechuza para la cetrería, tampoco entiende nada. Un error lo tiene cualquier, evidentemente, pero tanto ella como Lago inciden en que el código de la anilla -que sí tiene en contra de lo que trascendió desde la consellería el primer día- es suficiente para identificar al criador del ave. Una vez logrado este paso, hallar a su actual dueño sería un mero trámite. O eso es lo que piensan los afectados. De todas maneras, poco consuelo le ofrece a Lago. El día que se perdió Nut, a principios del mes de julio, el joven vigués la buscó en el monte, habló con los vecinos y hasta colgó carteles. Ahora, tras el disgusto de ayer, no ceja en su empeño de encontrarla y pide otra vez el apoyo vecinal.