El guardián de los secretos de los árboles

Marcos Gago Otero
marcos gago MARÍN / LA VOZ

MARÍN

emilio moldes

Autor de un libro sobre Marín y uno de los revisores del Catálogo de Árbores Senlleiras de Galicia

08 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Gaspar Bernárdez Villegas (Marín, 1977) aprendió a disfrutar con la naturaleza desde muy pequeñito. No lo tuvo difícil porque nació en una parroquia -San Tomé de Piñeiro-, donde los paisajes son espectaculares obras de arte y donde un estudioso de la fauna y la flora tiene suficiente materia para estar ocupado durante años. Graduado como ingeniero forestal y paisajista, sabe transmitir esa pasión por los bosques y los jardines gallegos a todo el que le escucha.

«O tema das plantas e dos árbores gústame desde neno, porque medrei coa mellor botánica da provincia, que é a miña nai», relata. Tareas como «apañar a herba», podar, plantar y cosechar son trabajos que ha visto desde que tiene memoria.

Gaspar nos cita para este reportaje en la Alameda de Marín. Es uno de los espacios más frecuentados por los vecinos. Una zona verde que, sin embargo, es una gran desconocida para los marinenses, desde el punto de vista botánico. ¿Hay algo de interés en la Alameda? A Gaspar le brillan los ojos y empieza sin dudarlo con un «si». En este parque principal de Marín, «destacan as sequoias pola súa significación histórica, porque xa aparecen en fotografías de mediados dos anos 50 do século pasado». Señala también a un ejemplar de Archantophoenix -«unha palmeira escasísima»-. Y además deja caer que en la Alameda hay «unha diversidade moi grande de especies de árbores. Temos catro especies de magnolia, que non é común telas nun espazo tan pequeno».

En su libro As árbores do Concello de Marín, del que es coautor con Uxía Garcés Ojea, Gaspar Bernárdez, se describe la gran mayoría de las especies de árboles que crecen en este municipio. Hay 212 especies identificadas, entre las que hay algunos ejemplares y también conjuntos boscosos que este ingeniero forestal considera claramente singulares.

En el monte Gagán, que él pronuncia correctamente en gallego, con la geada común en otro tiempo en O Morrazo como Ghaghán, indica que hay está naciendo en una zona de campos abandonados hace unos 30 o 40 años una carballeira.

La componen ejemplares que ya van alcanzando bastante buen tamaño, pero que aún no conforman un ecosistema pleno, porque como él mismo precisa para tener una carballeira no solo hay que tener robles, «as árbores non fan soas un bosque». Aún así, algo es algo y está por ver cómo evoluciona este espacio en el futuro.

El aliso -ameneiro en gallego- más alto de Galicia está ubicado en las cercanías del río Loira, con un perímetro de cerca de seis metros y una altura de unos 18. Entre las joyas de la corona se halla también un bosquecillo de peras salvajes, en una de las laderas del Gagán. En el lago de Castiñeiras, crecen dos ejemplares de dos clases de abedules -Betula pubescens y Betula pendula-, que se encuentran entre los de mayores dimensiones de las cuatro provincias gallegas.

Lago de Castiñeiras

Precisamente, el lago de Castiñeiras es uno de los espacios de mayor biodiversidad de Marín. Es un entorno natural que despierta en Gaspar sentimientos encontrados. «É unha pena velo así», afirma. Él fue uno de los promotores de uno de los proyectos ambientales más interesantes de la comarca, la creación de un parque botánico en Castiñeiras y de un gran área de esparcimiento, que se quedó en nada. La iniciativa no logró el apoyo institucional suficiente, pese a los intentos de comuneros, vecinos y el Concello de Marín. Castiñeiras sigue en declive y con él, se va el sueño de lo que pudo ser y no fue.

En la trayectoria vital de Gaspar Bernárdez se encuentran tres años como guía del Parque Nacional Illas Atlánticas, y otros tres como becario en la Universidade de Santiago y posteriormente como técnico de producción vegetal, entre otros trabajos. Ahora ha regresado a esta última actividad y, como investigador, es uno de los responsables de la revisión del Catálogo de Árbores Senlleiras de Galicia, bajo la supervisión de Antonio Rigueiro, de la USC, a quien califica de su «mentor e mestre».

En su evaluación sobre los bosques marinenses, la conclusión de Gaspar es que su estado de salud es «bo». Echa en falta, eso sí, algunas especies como el castaño autóctono porque en Marín, la gran mayoría son «híbridos».

No es un caso aislado. Su parroquia natal, San Tomé, tradicionalmente tenía fama de una excelente cosecha de manzanas. Algunas variedades, las trajeron los emigrantes cuando regresaban de viaje de Sudamérica. En la actualidad, el abandono del rural, también se nota en San Tomé. Para Gaspar, aún se puede para salvar esta gran variedad de árboles frutales, pero el paso del tiempo corre en contra. Y advierte de otro peligro si cabe aún más grave: la invasión de especies exóticas. «Nas Sabesadas, de Seixo, por exemplo, nunca houbo acacias e agora hai catro especies». Es un peligro que no hay que despreciar si en futuras revisiones del inventario de árboles Marín sigue ocupando un lugar especial.