El puente que ahogó el asfalto

Marcos Gago Otero
marcos gago MARÍN / LA VOZ

MARÍN

archivo de Marcos Gago

Oculto entre tuberías, edificios y dos carreteras, el paso sobre el Lameira preserva la historia de Marín

12 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Escondido entre tubos, cemento, edificios y un río por el que baja de todo, el puente más antiguo de los que se conservan en Marín pasa inadvertido para la mayoría de los vecinos y para los miles de conductores que transitan por encima de él todos los días. No es de extrañar. El puente está ahí, a la vista de todos, y a la vez no lo está, oculto entre tanta superstructura moderna y unas conducciones de aguas y cableados que lo hacen todo menos turístico o fotografiable. Ni siquiera las esculturas que el alcalde socialista Antonio Santiago puso en su entorno para recordar a las lavanderas han logrado recuperar este espacio público. El puente está ahí, desde hace 176 años, pero más parece una cloaca que una estructura que marcó un antes y un después en la historia de la villa.

Los marinenses celebraron por todo lo alto -«inmensa alegría» relató la prensa de la época sobre la jornada del 21 de junio de 1842- la inauguración del Puente del Regente, nombre que se dio a la estructura de piedra que, por primera vez, garantizaba la comunicación en seco todo el año entre el casco urbano y el barrio de A Banda do Río. Hasta entonces, en invierno, las avenidas de río Lameira cortaban el paso en el antiguo Ponte Zapal, mucho más pequeño. Poco le duró el orgulloso homenaje al general Espartero, el regente al que hacía alusión el nombre. Caído en desgracia el político, los marinenses le cambiaron el título y en 1845 se le llamó de Isabel II, con una placa que recordaba a la monarca. «La villa de Marín agradecida», ponía la inscripción conmemorativa.

No duró demasiado. Apenas dos décadas. El derrocamiento de Isabel II trajo otra nomenclatura que a pocos se le ocurriría utilizar hoy, pero que en el siglo XIX aún no tenía el manchón de la dictadura. Exiliada en Francia la reina, la corporación inscribió en el paso: «Alzamiento Nacional. 30 de septiembre de 1868».

El nombre no podía sobrevivir a los cambios políticos de la Restauración, cuando Alfonso XII, hijo de la derrocada reina, subió el trono. Y entonces, Marín volvió a ponerle el nombre por el que se ha conocido durante más tiempo en su historia, Fue un acuerdo plenario del 9 de mayo de 1875: Puente de la Libertad. Y nueva placa: «A la Libertad, puente de Marín». Este nombre superó el siglo y la Segunda República y aunque durante el franquismo no se usó, es como todavía se le llama entre los marinenses que aún se acuerdan de su existencia.