Un proyecto pionero busca concentrar y ordenar parcelas privadas de monte

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

MARÍN

LÓPEZ PENIDE

Una alumna de la Escola de Capataces de Lourizán colaborará con la iniciativa

07 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El principal escollo para ordenar el monte privado es el minifundismo. En Galicia hay multitud de propietarios de pequeñas parcelas de terreno -algunas ni llegan a medir cincuenta metros cuadrados- que, en muchos casos, no tienen actualizados los títulos de propiedad y, en otros, incluso, se desconoce donde se ubican los suelos.

«A diferenza da comunidades de montes, nós o temos moi abandonado», reconoce Luciano Guimeráns, presidente de la Comunidade de Propietarios de Montes de O Morrazo, colectivo que está impulsando una iniciativa pionera en Pontevedra para agrupar estas parcelas. Por el momento, son 126 los socios que conforman este colectivo, los cuales suman cerca de ochenta hectáreas en Marín y Bueu. «Moitos propietarios teñen seis, sete, oito... parcelas e algún chega a sumar máis dunha hectárea».

La concentración de estos suelos les permitiría acometer actuaciones en común en una zona, O Morrazo, en el que el monte «practicamente chega as casas e iso implica moito máis perigo». Es por ello que uno de los primeros objetivos que se han marcado es el de concienciar al resto de pequeños propietarios y convencerles de los beneficios que puede acarrear el caminar juntos.

De igual modo, otro de los fines que busca la asociación es el de generar puestos de trabajo. Es en este ámbito donde se circunscribe el convenio suscrito ayer con la Escola de Capataces de Lourizán, por el que una alumna comenzará a colaborar con el colectivo «con programadas de ordenación, aconsellándonos o arborado que mellor vaia á zona, que tipo de actuacións facer». Y es que, tal y como subrayó Guimeráns, «o noso interese é que o monte non estivera so nas mans de propietarios, senón tamén de técnicos».

Según explicó José María Gras, jefe de estudios de la Escola de Capataces, los alumnos tienen que realizar un período de practicas obligatorio de unos tres meses, de tal modo que una de las estudiantes ha optado por dedicar la mitad de este tiempo a colaborar con el colectivo. En principio, la estudiante tendrá que escoger centrar sus esfuerzos en cinco polígonos de la parroquia buenense de Cela o en un área que bordea la parroquia de Ardán, en Marín, que caracteriza por la presencia de carballeiras.

El profesor Jesús de la Fuente subrayó que, al margen de posibles beneficios económicos, el tener ordenado el monte es una prevención frente a los incendios. En cuanto a la alumna, «va a ver cual es la vocación forestal de las fincas y va a redactar un proyecto en el que defina qué usos, qué especies hay que plantar».

«Vivir de espaldas al monte es vivir de espaldas a los incendios»

De igual modo que parece que una buena parte de la población pontevedresa vive de espaldas al mar, otro tanto se puede decir del monte. «Cambió el uso que había en el pasado, antes cada aldea tenía sus fincas con ganado y se aprovechaba todo...», precisó José María Gras, quien incidió que el monte aporta mucho más que madera.

Es por ello que Jesús de la Fuente valoró iniciativas como la impulsada por la Comunidade de Propietarios de Montes de O Morrazo, ya que hace que los vecinos vuelvan a dirigir su atención a estos terrenos. «Están preocupados. Quieren protegerlo. Es una vuelta a ver el monte como un recurso, no como un problema. Al margen de polémicas de eucalipto, sí, eucalipto, no, hay que comprender que existen unos recursos que podemos usar».

Tiene claro que «vivir de espaldas al monte es vivir de espaldas al fuego», mientras que el también docente Juan Manuel Mosquera no duda de que «o futuro está no monte». A fin de cuentas, Galicia es una región forestal y «as urbes non dan de comer por si solas».

Esta es un realidad que puso de manifiesto en Vigo la reciente sequía. «É un caso paradigmático porque tes o problema da auga e o dos incendios. É o exemplo dunha cidade que vivía de costas ao mar e que está deixando ás costas o monte. A política de tentar traer a auga dende onde faga falta é errónea. O que teñen que facer é coidar os montes da súa contorna que son os que lle están dando de beber».

Y es que, mientras al otro lado del Atlántico, Nueva York apostó por «comprar os montes do seu arredor para asegurarse o abastecemento de auga».