El caso es que, además de muy delgado, Chispi llegó también con algún que otro achaque de salud. Le detectaron un problema en el corazón, en la cadera parece haber sufrido un golpe -aunque no se aprecian síntomas de maltrato- y también tenía una otitis. Tras los cuidados veterinarios pertinentes, el animal volvió a casa y ahora mismo ya está totalmente integrado. Tofe, cual hermano mayor, algunas veces se pone celoso, pero en general ha aceptado al perro pródigo.
Dice Antón que en estos años de ausencia, y quizás por lo que puede haber vivido, a Chispi le han cambiado los gustos y el carácter. Ahora está más apagado y apegado a los humanos y, por ahora, le da miedo bajar a la calle.