Marín se despide de su pasado ligado a la industria de la salazón

Marcos Gago Otero
marcos gago MARÍN

MARÍN

MARCOS GAGO

El derribo de la fábrica de Chamadoira pone fin a un sector que en la villa llegó a tener 19 factorías en el siglo XIX

21 ene 2018 . Actualizado a las 09:26 h.

Las fábricas de salazón fueron en su momento el orgullo económico de la ría. Más de 17 de estos establecimientos estaban situados en distintos puntos de los cascos urbanos de Marín y Estribela; Aguete tenía uno y Loira otro más. En Bueu, desde Cela hasta Beluso la costa estaba llena de estas factorías. Al otro lado de la ría, aunque con una menor concentración de establecimientos, Sanxenxo, Portonovo y Raxó también podían hacer gala de una pujante industria. Hasta la isla de Ons llegó a contar con una propia, cuyo titular era Vicente Barnet en el siglo XIX. Y es que hace doscientos años este sector económico se encontraba en pleno auge en la comarca y en algunos casos llegó a marcar el devenir de su desarrollo urbanístico. Su historia la relata, brevemente, Xosé Fortes en su libro La Ría de Pontevedra, publicado por la Autoridad Portuaria y donde se conmemora los principales hitos marítimos de la comarca.

Hoy esas fábricas y la sociedad que giraba en torno a ellas ya no son más que un recuerdo del que apenas resuenan ecos y aquí y allá la desdibujada silueta de las escasas ruinas todavía en pie -esto último quizás por poco tiempo-. El reciente derribo de la fábrica de Chamadoira, en la calle Méndez Núñez de Marín, dio el carpetazo definitivo a este pasado en esta villa. Hubo una época en que los edificios de estos complejos fabriles competían en primera línea de playa con los chalés de la burguesía provincial y los locales para turistas como la también desaparecida casa de baños.

Marín, a mediados del siglo XIX, inició un ascenso industrial que en la actualidad subsiste en el sector de los frigoríficos del puerto. Ha transcurrido un largo camino entre aquellas primeras factorías de salazón y la actualidad, pero hay un elemento que persiste, además de la comercialización de productos del mar.

Pocas son las fotos antiguas que se conservan de aquellas plantillas. Sin embargo, en una de las más conocidas en la localidad, la que reúne a los trabajadores de la fábrica de Herrero -edificio actualmente desaparecido?, se puede contemplar perfectamente. Se trata de la masiva presencia de mujeres en este sector de la industria. Las mujeres eran las encargadas de la transformación del pescado que descargaban sus maridos, padres o hijos en los cercanos muelles. En la fábrica transformaban el producto para su posterior venta por toda España.

Hoy en día la proporción de mujeres en las fábricas frigoríficas del puerto marinense continúa siendo elevado. Este sigue siendo uno de los sectores económicos donde las mujeres encuentran un nicho laboral, como también lo es el marisqueo a pie en el fondo de la ría.

Si las fábricas de salazón, primitivas conserveras, están más o menos estudiadas, hay otra industria, muchísimo más antigua, que reside, presumiblemente, en el origen mismo tanto de Marín como de Bueu. Se trata de las salazones romanas, que en el cambio de era y con la llegada del Imperio a la ría de Pontevedra se dedicaron a la explotación a gran escala de los productos de la pesca para la exportación. Los restos de una de estas factorías dos veces milenaria se encontraron hace una década en una parcela de Pescadoira y otra se conoce desde hace más tiempo en A Lanzada, en Sanxenxo. Se sabe de una en Portocelo y se sospecha de otra en Marín, cuya ubicación se desconoce, si el afán constructivo del siglo XX no se la llevó por delante antes de que alguien la documentase.