«Eu, miña filla, ata de noite soño que fago filloas»

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

MARÍN

emilio moldes

Divina Camiña viaja haciendo crepes por toda Galicia y llegó hasta Canarias; sus dulces los probó hasta el rey emérito

29 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Da igual que uno llegue sin haberse anunciado. Es casi imposible que en la casa piedra de Ceraxe -en la parroquia de Augasantas, en Cotobade- en la que vive Divina Camiña no huela a filloas recién salidas de la piedra. De hecho, haciendo la prueba del algodón y presentándose por sorpresa un sábado a media mañana, en el hogar huele inconfundiblemente a las crepes que salen de las manos de esta mujer. Ella es, cómo no, una de las grandes filloeiras gallegas. Y como tal atiende a la entrevistadora con las manos en la masa. Empieza exagerando. O quizás no. Pero termina la frase con sonrisa retranqueira: «¿Se fago moitas filloas? Eu, miña filla, ata de noite soño que fago filloas, con iso dígocho todo», confiesa Divina.

Antes de ir a la historia, el contexto. Divina se dedica al arte de las filloas en la parte de abajo de su casa, de una vivienda de piedra del bonito lugar rural de Ceraxe, en la parroquia de Augasantas, en Cotobade. Trabaja ella en una cocina bien curiosa. Porque hace las filloas sobre piedras hechas por su marido cantero. Pero en vez de hacerlas sobre la lumbre, como antaño, ha modernizado la cosa y usa ella unos hornillos. Y ahí está ella, sacando filloa tras filloa de las piedras a una velocidad considerable y sin dejar de hablar y de contar su historia. Divina nació en el mismo sitio donde vive «hai moitos, moitos anos», como ella dice entre risas, y se crio en una casa donde no faltaba trabajo. «Había que facer de todo, coidar os animais e ir ás leiras, que remedio, antes era así en todas as casas», señalaba ella. Como muchas mujeres de su generación, ella fue a clases con una costurera para intentar bregarse un oficio entre hilos. Pero reconoce que, más allá del ganchillo, aquello no era la suyo. Su pasión la descubrió con su abuela. Lo suyo, desde muy joven, eran las filloas. «Parece ser que sempre me saíron ben», cuenta con su peculiar forma de contar las cosas, con rapidez, con lenguaje cantarín y con sonrisa.

De fiesta en fiesta

De hacer filloas para endulzar los paladares de la familia fue pasando, a un ritmo bastante rápido, a cocinar crepes en romerías, por ejemplo, en la famosa fiesta de la filloa de Valongo. De ahí, de la mano de la asociación que organiza esta cita, empezó a ir a hacer filloas a Porriño, Ponteareas, O Grove o Sanxenxo, Nunca mejor dicho, funcionó el boca a boca y los postres de Divina se fueron haciendo conocidos -ella pide expresamente que se cite que lo mismo pasó con otras filloeiras de la zona y con su hermana Hilda, que siempre la acompaña en los fogones-. Se los empezaron a pedir para algún restaurante, para comidas familiares... Y empezó a hacerse ver en distintos eventos festivos. Por ejemplo, en la Feira Franca de Pontevedra, cómo no. Han pasado varias décadas y son innumerables las vueltas que dieron las filloas de Divina. «

Ata fomos a Palma de Mallorca, que nos levaron os que facían alí unha Festa do Marisco»,

recuerda la mujer. Cuenta con orgullo que fueron muchos los rostros conocidos que probaron sus filloas. Y guarda como oro en paño un recuerdo del Carmen en Marín.

«Aí probou as filloas o rei Juan Carlos. Con el non falei, pero dixéronme que lle gustara»

, señala.

A Divina le gusta especialmente que le llamen para ir a hacer filloas a los colegios. Cuenta que ella y su hermana acuden al colegio de Sequelo, en Marín, y ponen la nota dulce al viernes de Carnaval con unas 1.200 filloas. Tampoco suele perderse el concurso que organizan Radio Voz y el Concello en Pontevedra.

¿Cuántas crepes puede hacer de una atacada? Dice que no lo sabe... «pero seguro que moitísimas». No parece que exagere, porque mientras va hablando la montaña de filloas va subiendo. Las hace a pares y dice que no hay truco que valga, que el secreto está en que el material sea bueno y en las piedras que ayudan a dorarlas. «Empeza cuns bos ovos da casa, cunha boa fariña, cun bo aceite... e xa verás como saen boas filloas. Se se lles bota auga... entón non valen», confiesa Divina mientras sigue imparable; con las manos en la masa.