El Puerto, entrada y cerrojo de Europa

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

MARÍN

capotillo

El 86 % de los demandantes de asilo en Marín se quedaron en España con un permiso temporal

20 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los siete tripulantes sirios del Lady Boss que pidieron asilo político tras atracar en Marín consiguieron que el Ministerio del Interior admitiese a trámite sus solicitudes y, desde el pasado viernes, pueden moverse con libertad en España tras recoger la tarjeta roja, el permiso temporal de residencia para casos como el suyo. Estos refugiados sirios, que alegaron el grave riesgo de sus vidas si regresaban a Siria -país del que huyeron para no tomar parte en la guerra- son los primeros demandantes de asilo llegados por mar a la comarca pontevedresa desde hace doce años. También se da la circunstancia de que son los primeros que lo hacen siendo parte de una tripulación, ya que desde que comenzó el siglo todos los otros casos eran polizones.

Las estadísticas revelan que desde el 2001 y llegados al puerto de Marín se han intentado acoger al programa de asilo en España un total de quince personas -una cifra muy inferior a por ejemplo Vilagarcía, donde se llegaron a contar más de 100 polizones entre 1999 y el 2003-. La mayoría de los que arribaron a Marín, trece de quince, lograron el permiso temporal que les permitió desembarcar y rehacer sus vidas en Europa.

Los otros dos lograron igualmente su objetivo, aunque para conseguirlo se tuvieron que escapar del puerto, amparados por la protección de la noche. Desde que ocurrió este último suceso, en el 2003, en todos los casos se ha puesto vigilancia a pie de muelle para evitar su repetición.

Por otra parte, el primer caso que se registró en el siglo XXI en Marín, un joven congoleño de 25 años, no logró su sueño durante su estancia en Galicia. Llegó a Vilagarcía en un barco, pidió el asilo alegando que escapaba de las represalias de uno de los bandos en guerra en el antiguo Zaire. Su barco siguió su periplo desde la ría arousana hasta Marín, donde continuó esperando una respuesta de Madrid. Confinado en su camarote, sin poder bajar a tierra, el joven tuvo que dejar Galicia hasta llegar a Gijón, siguiendo la ruta del barco al que se había subido en África. Interior no lo dejó desembarcar en Marín porque el mercante no tenía previsto dejar aguas territoriales españolas en su ruta. En el puerto asturiano recibió la buena noticia de que podía quedarse en España mientras la Oficina de Asilo y Refugio decidiría en los próximos meses si sería una resolución definitiva.

De los seis subsaharianos citados, no ha trascendido si Interior acabó concediéndoles el permiso definitivo o qué fue de ellos. Ninguno se quedó en la comarca de Pontevedra.

Aún hay un caso más, que tuvo el final más triste y del que nunca se sabrá si huía de un conflicto armado o solo intentaba entrar en Europa. Durante el mantenimiento de un mercante en dique seco, se descubrió el cadáver, ya momificado, de un joven subsahariano que se había subido al barco en algún punto de su periplo africano. No tenía documentación. Nunca se supo ni su nombre, ni su país. Escondido en un compartimento que solo se abre para revisar el motor murió en soledad. Su sueño de una nueva vida naufragó mucho antes de llegar a tocar un puerto europeo.

El problema de los refugiados políticos está ligado en el caso del Lady Boss a la lucha por los derechos laborales de los tripulantes de pabellones de terceros países o de banderas de conveniencia. Los siete aludidos no tienen previsto abandonar el barco hasta que cobren los salarios que les adeuda la casa armadora, pago que esperan recibir mañana. La intervención de sindicato internacional del transporte (ITF) en este asunto ha sido vital. Por su parte, la ITF tiene una amplia experiencia en esta clase de conflictos laborales en barcos atracados en Marín.