Maquinista, trabajador y muy mañoso, con dos hijos de corta edad

L. C. Ll. CANGAS / LA VOZ

MARÍN

02 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La muerte del maquinista Carlos Santos Villar, de 47 años, se recibió como un mazazo en la parroquia canguesa de Darbo, donde residía junto a su mujer, María del Carmen Faro, de 27, dos hijos de 6 y 4 años (chico y chica, respectivamente) y su suegra María Teresa Rey. Santos vivía en una sencilla casa del camino Serra Nacente. Había heredado la casa de sus padres (él también marinero), fallecidos hace unos años.

La última vez que la familia vio a Carlos fue el domingo. A las 23 horas se despidió y se fue hacia Marín, donde tenía que zarpar a medianoche para salir a faenar. Santos llevaba más de 25 años en barcos pesqueros y últimamente se dedicaba al arrastre a lo largo de la costa gallega. Los fines de semana, entre marea y marea, llevaba una vida casera y se dedicaba sobre todo a trabajar en la finca en la que plantan y recolectan verduras. También hacía chapuzas en casa porque era muy mañoso. «Era muy cariñoso con sus hijos y con su mujer, y conmigo también», recordaba ayer su suegra. «Era humilde y muy trabajador», decía Ángel Martínez, un vecino que le ayudó a reformar la casa. En el colegio donde estudian sus hijos están consternados. Los psicólogos empezaron su labor para que intenten asimilar los sucedido de la manera menos traumática posible. La viuda es de Parada, en A Cañiza, y la familia pasaba algunos fines de semana en Melón, donde ella tiene una casa.