«Cuando dije que iba al Ejército, las señoras del pueblo preguntaron si lo hacía para buscar novio»

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

CUNTIS

P. V.

El IES Otero Pedrayo asistió a la charla de cuatro mujeres que desbarataron los roles de género en lo laboral

28 feb 2020 . Actualizado a las 15:00 h.

A Sandra Vázquez, mecánica de profesión y asistente en un equipo de ralis totalmente integrado por mujeres, le temblaba levemente la voz cuando cogió el micrófono. Le duró poco. Lo justo para coger vuelo y contar su experiencia como mujer en un terreno laboral ligado tradicionalmente a los hombres. Pero como pasa con muchas tradiciones, el tiempo acaba por desterrarlas. Y ella, como sus tres compañeras en la charla que se impartió este jueves en el IES Otero Pedrayo, lo hizo por cabezonería.

«El primer año no me cogieron en el ciclo de automoción», recordaba. Ahora, en su taller, solo trabaja con hombres. Pero es reconocida como una más, porque se lo ganó a pulso y «yo sé qué puedo hacer y qué no». Reconoció, ante las preguntas de los alumnos, que al principio sintió impotencia, pero la valentía le hizo ganar la partida. A su lado, Patricia Picallo, natural de Cuntis e inmersa en un cuerpo de élite de la Armada, se remontaba a sus inicios en el Ejército. Cuando dio sus primeros pasos con el uniforme, allá por el año 1995, «ninguna mujer entraba en los puestos directivos y tampoco estaban presentes en las fuerzas de desembarco». Ahora, ella milita en esta unidad.

Mucho ha cambiado desde entonces. Incluso la concepción de quienes le rodeaban cuando apenas era mayor de edad. «En mi pueblo, cuando dije que me marchaba al Ejército, había algunas señoras que preguntaban si lo hacía para encontrar novio», recuerda. Lo hacía con una sonrisa, quizá tomándoselo a risa porque todo quedó atrás y ahora ella tiene a hombres bajo su mando. Entre los estudiantes, brotó la curiosidad sobre si en algún momento sufrió algún tipo de discriminación por ello. Y ella lo resolvió al momento: «Para nada. Porque si eres eficiente, no tienes ningún problema. Y lo que las personas agradecen siempre es que seas precisamente un buen jefe».

Clara Matalobos e Iria Segade, que también trabajan en la Armada, se sumaban a Patricia al indicar que muchos de los clichés ligados a cuestiones de género han ido quedando paulatinamente olvidados. Pero sí mandaron un mensaje a los estudiantes: «Que las cosas sigan cambiando depende de vosotros, de las generaciones futuras».

Las dudas de los jóvenes

Xiana y Ana, dos alumnas de doce años del IES Otero Pedrayo, mostraban su interés antes del inicio del acto. Y valoraban la presencia de las cuatro invitadas porque «nós somos iguais que os homes e que elas veñan a contarnos a súa experiencia fai que nos demos conta diso».

Durante el encuentro, hubo a quien le surgió la duda de si en las familias se aceptó que cada una de ellas tomase la decisión de escoger su destino. Iria, por ejemplo, aprovechó que ya tenía los 18 años de edad para avisar a su familia de que iría a hacer las pruebas en la Armada. Y Sandra, que en breves volverá a competir a nivel nacional con su equipo de ralis, recordaba la reacción de su madre cuando le dijo que su futuro pasaba por coger el volante: «Me dijo: ‘¿Te vas de rali? Pero será a mirar, ¿no?’. No se lo creía. Y en el concesionario, entró un día un señor mayor que no quería ni que tocase su coche. Se lo dejé perfecto, y ahora cuando viene siempre pregunta por mí».