Cuando el pelo se cortaba con un vino

C. Pereiro CUNTIS / LA VOZ

CUNTIS

Lito es reconocido en la villa termal debido a la gran cantidad de años que ha dedicado a su oficio.
Lito es reconocido en la villa termal debido a la gran cantidad de años que ha dedicado a su oficio. C. Pereiro

En Cuntis, Lito Rogelio pasó buena parte de su vida arreglando barbas y poniendo tazas de vino, a la vez

12 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Lejos quedan aquellos tiempos en los que uno parecía poder montar un negocio de lo que fuera y como fuera, y el papeleo y la burocracia eran apenas inexistentes en ciertas zonas. Lito Rogelio López, aunque en Cuntis todo el mundo lo conoce por Chapín, sobrenombre heredado de su familia, lleva treinta y seis años cortando el pelo a los vecinos del lugar. Eso no es algo raro, lo raro sería poder viajar atrás en el tiempo y conocer el curioso negocio que regentó junto a su padre, la Bar-bería. Un establecimiento donde uno podía cortarse el pelo, o tomarse la bebida que procediese en el momento.

«Sempre me dediquei a isto. Tiven que poñerme a traballar cedo, e aquel era o negocio do meu pai, así que aprendín a cortar o pelo», narra Chapín. Por supuesto, nada de escuelas de estética o academias de peluquería. Su padre, músico por vocación y profesión, aprendió el oficio en la mili. Cumplió el servicio militar correspondiente en el País Vasco y a su vuelta a Cuntis, pues era natural de la villa, decidió montar un bar.

Entre los setenta y los ochenta, funcionó ese establecimiento conocido en Cuntis y bautizado como la Bar-bería. El juego de palabras era quizás muy obvio, pero a día de hoy resulta impensable que un gerente pudiera juntar ambos negocios, pero a finales de los setenta, todo semejaba ser más fácil.

«Así era. O bar digamos que ocupaba a maior parte do local e logo tiña a parte de perruquería, alí co asento e tal un pequeno oco», comenta el cuntiense. «Dende logo é raro pensalo agora, porque nin te deixarían nin se contemplan ese tipo de negocios».

«Antes os papeleos apenas existían. Ao fin e ao cabo, o IVE tamén é algo moderno. Daquela non o tiñamos que pagar, penso», explica el cuntiense. «Uns tomaban alí o viño, a cervexa ou o que fora, e outros sentaban, esperando para cortar o pelo».

El negocio cerró hace unos veinte años. En vez de continuar con la vertiente de servidor de bebidas espirituosas, Chapín decidió ir por la vía del perfilado de barbas y arreglo de cabellos. «Non está no mesmo sitio», explica en referencia a su actual negocio, a escasos metros del centro médico de la villa. «A Bar-bería estaba noutro baixo. Aquí xa levo un tempo, e estou cómodo».

Peina los 56 años, aunque no los aparenta. Se le ve en un estado de salud envidiable, hablador, aunque después de tantos años es imposible no preguntarle si ve próxima la jubilación, si ya ha cortado el pelo de suficientes vecinos. «A ver se chegamos...», bromea. «Non o digo só por saúde, se non por como está agora o panorama e tal. Espero que si, que xa son moitos anos traballando».

Por sus manos han pasado un par de generaciones de cuntienses. Como manda la tradición, el barbero de un lugar es reconocido por todos los vecinos. Eso sí, él opina que no es muy como suele ser el resto de peluqueros, al menos no en su parte de dar palique. «Non che son moi falador, a verdade. Non son de soltar moito roio aos clientes porque tampouco quero molestalos. Se eles falan, de acordo, podemos ir falando, pero de primeiras eu non insisto».

Su hijo no ha seguido sus pasos, ha evitado la peluquería y desenvuelve diferentes trabajos. Sale también a despedirse. Chapín recuerda que su nacimiento tuvo un poco la culpa de tener que ponerse a trabajar tan temprano, así que quizás, de no haber sido por ese repentino embarazo, el peluquero hubiera hecho otro camino. Al final, su senda se mantuvo en Cuntis, en su villa natal. Dice ser de pocas palabras, pero todas las que dice tienen un gran sentido, y eso ya es mucho.