En alguna ocasión les he hablado de mi libro: Química, benefactora de la humanidad. En él recojo alguno de los muchos beneficios que la química ha otorgado a la humanidad: entramado conceptual de la química, papel y tintas, pilas y baterías, agua potable, medicamentos, vestimenta y calzado, conservación de alimentos, productos de higiene y limpieza, combustibles, etcétera.
También podemos encontrar situaciones en las cuales esta ciencia no se presenta como benefactora de la humanidad, sino todo lo contrario. El caso más reciente es el desmantelamiento de un laboratorio de manipulación de cocaína en Cerdedo-Cotobade, en Pontevedra. Se reconvertía pasta de cocaína en clorhidrato de cocaína (La Voz, 23-3) listo para distribuir entre los consumidores. No cabe duda de que todas las manipulaciones químicas llevadas a cabo en ese laboratorio clandestino van a causar perjuicios a los consumidores de esos productos. Otro mal uso de la química, con notable perjuicio para los seres humanos, es el que han hecho los nazis en los campos de exterminio. Primero comenzaron usando monóxido de carbono (CO) fabricado químicamente. El CO es el gas que se forma en braseros y quemadores cuando hay una combustión incompleta. Muchas personas se han muerto por ese motivo. Los nazis emplearon posteriormente Zyklon B, que contenía cianuro de hidrógeno. Hay más casos de química no benefactora.