Desaparecen los sacos con productos químicos apilados ante la casa de Cotobade que era un laboratorio de coca

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

CERDEDO-COTOBADE

Casa en la que se desmanteló un laboratorio de cocaína. Arriba, al día siguiente a la operación policial; abajo, este sábado, tras la desaparición de los productos químicos acumulados.
Casa en la que se desmanteló un laboratorio de cocaína. Arriba, al día siguiente a la operación policial; abajo, este sábado, tras la desaparición de los productos químicos acumulados. RAMÓN LEIRO | CAPOTILLO

Lo más probable es que la propia policía retirase el material cuando acudió a cerrar y precintar la propiedad por la parte trasera

25 mar 2023 . Actualizado a las 18:31 h.

La pista asfaltada que lleva hasta la casa de Cotobade que supuestos narcos colombianos y mexicanos convirtieron en el laboratorio de cocaína más grande de Europa no tiene salida. Y por ella se llega únicamente a tres viviendas, la desmantelada por la policía y otras dos más. Sin embargo, desde que el lunes una operación policial comandada por la Audiencia Nacional desembarcó en la zona, el tráfico es abundante hacia ese lugar. Dicen los vecinos que no hay momento del día en el que algún coche no merodee por la vivienda donde se topó la factoría de droga. En medio de este ir y venir de gente, lo cierto es que el escenario de los hechos ha cambiado bastante en las últimas horas: hay un nuevo precinto policial, para evitar que queden a la vista los alambiques y demás aparatos que se acumulaban en un alpendre trasero cuya puerta fue derribada en el asalto policial a la casa. Y, además, han desaparecido los numerosos sacos de productos químicos que se aplicaban delante de la vivienda

¿Qué ha ocurrido? Está claro que la policía regresó a la casa con posterioridad a la redada efectuada entre la noche del lunes, la madrugada y la mañana del martes. No en vano, el miércoles la puerta trasera de la vivienda estaba en el suelo, con síntomas de haber sido derribada a la fuerza, y en esta parte de atrás no había precinto policial alguno. Este sábado, sin embargo, la puerta del galpón estaba colocada en su sitio y, unos metros antes, había un precinto en el que se leía «no pasar, línea de policía».

En la parte delantera de la casa, bien a la vista desde fuera de la valla perimetral, se acumulaban tras la redada numerosos sacos con productos químicos que, aunque tienen numerosas utilizaciones, también se usan para procesar droga y convertir la pasta de coca en clorhidrato de cocaína, que es la sustancia final que se vende en la calle y lo que parece que fabricaban en esta aldea de Cotobade. Así, los sacos, blancos y amarillos, contenían sosa cáustica, carbón o metabisulfito de sodio. Estaban a pie de la casa tras el operativo policial (y posiblemente antes). Pero este sábado ya no había rastro de ellos y solo quedaban a la vista los cartones y tableros sobre los que habían estado apoyados. La valla de la finca que rodea la vivienda, de tela metálica complementada con una tela verde, estaba tirada

¿Qué ocurrió? Lo más probable es que la propia policía retirase el material cuando acudió a cerrar y precintar la propiedad por la parte trasera. Pero tampoco puede descartarse que se haya tratado de algún robo. El vecino que vive más próximo a esta casa, que aún así está a unos 200 metros, señala: «¿Quen sabe o que pasou, se hai coches indo e vindo todo o tempo? Desde o día que veu a policía non paran de subir e baixar coches, e iso que esta pista non leva a ningún lado máis que a tres casas». Señalaba también que ellos no vieron coches policiales, pero que también en la redada, salvo algunos furgones, todos los vehículos eran todoterrenos de camuflaje. 

«Fun preguntar e dixéronme que nada de preguntas»

 El vecino que vive más próximo a la casa donde se escondía un laboratorio de cocaína en Cotobade se llevó un buen susto la noche de la redada, es decir, a última hora del lunes 20. Este hombre venía del gimnasio sobre las once de la noche cuando, ya en la carretera que lleva desde Cotobade a Campo Lameiro, a un kilómetro de la casa desmantelada, vio varios todoterrenos. Al principio, pensó que se trataba de coches de cazadores. Le pareció extraño por la hora que era, pero fue la única explicación que encontró a aquella concentración de coches. Luego cogió la pista sin salida que lleva hasta su casa y, antes de llegar, se quedó perplejo: «Vin a xente de negro con chalecos e luces polo medio da carballeira e quedei alucinado. Entón empecei a pensar se o que pasaría sería que se perdera algunha persoa maior e a estaban buscando». Entró con la duda en su casa y, tras preguntarle a sus padres y ver que tampoco sabían nada, decidió ir a preguntar qué ocurría por si quienes estaban con las linternas precisaban ayuda. Dado que la oscuridad era total, iba alumbrando con la linterna del móvil. De repente, se cruzó de frente con un chaleco de la policía y con pasamontañas. Apagó rápido la luz del teléfono y preguntó si iba todo bien. Dice que no le contaron absolutamente nada: «Preguntáronme quen era e, cando lles dixen que solo era o veciño da vivenda do lado, dixéronme que non fixera preguntas e que me metera na casa. Non sei que máis lle dixen e enseguida me indicaron que se non quería acabar detido que marchara para a miña casa. E iso foi o que fixen».

Él y su familia se durmieron con la duda de qué sería lo que ocurría en la casa que había construido su fallecido vecino Javier y en la que luego vivieron su viuda y sus hijas. Cuando conforme pasaron las horas se fueron enterando, por los medios de comunicación, que en esa vivienda habían montado un laboratorio de cocaína se quedaron estupefactos. Ellos, desde que se fueron esas mujeres venezolanas porque vendieron o alquilaron la propiedad, solo vieron a un hombre allí con un perro. «Eu saio pasear co can e ás veces vou pola súa finca. Nunca vin a ninguén, salvo un día que estaba un señor cun can», indica. A partir de ahí, nunca más volvió a toparse con nadie ni a observar movimientos.

Este hombre, que al igual que el resto de los vecinos no da crédito a lo sucedido, dice que desde la redada los coches suben y bajan hacia la vivienda sin parar. No saben si se trata de más vehículos camuflados de la policía o si son curiosos o periodistas que acuden al lugar. Por las dudas, tras la experiencia de la noche de la redada, no preguntan.