El agua que beberás pensando que es vino

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

CERDEDO-COTOBADE

MONICA IRAGO

Una bodega de Cotobade elabora una bebida con distintas partes de la vid que acaba de ser premiada

18 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Joao Batista dos Santos, brasileño afincado ahora en Cotobade y hombre de mundo, vivía hace unos años en Japón. Continuamente, se fijaba en la cantidad de máquinas expendedoras de bebidas que había en ese país y en la enormísima variedad de refrescos y demás líquidos que se ofrecían en ellas. «Hay una máquina por cada 200 habitantes, es tremendo», indica. Entonces, empezó a darle vueltas a la posibilidad de sacar al mercado un brebaje singular. En esas estaba cuando entró en contacto con Marcos Fernández, abogado en Pontevedra pero también ligado a la producción vinícola en Valdeorras. Ambos acabaron haciendo sociedad, montando una bodega llamada Líquido Gallaecia, con sede en Cotobade, y se pusieron a investigar cómo elaborar una bebida sin alcohol pero relacionada con la vid y el vino. Y sí, la acabaron encontrando.

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se cruzó en su camino y, tras años de investigaciones, trajeron al mundo una bebida llamada Vida Gallaecia. ¿Qué es? Un agua que sabe a vino y no tiene ni una sola gota alcohol. «Puedes beberla y conducir, puedes incluso beberla delante del control de alcoholemia, que no te va dar positivo. Sabe a vino pero no es vino, es agua», insiste Joao Batista entre risas. El empresario habla así mientras supervisa, en una planta de Vilagarcía -no tienen lugar propio para producir y alquilan lugares para hacerlo- la que será la primera producción que llegará al mercado, más allá de las botellas que hicieron para ir a ferias y presentaciones. Serán 12.000 unidades que ya están vendidas y que irán a parar a distintos países, entre ellos Japón. En la cinta transportadora los envases parecen agua pura y dura. Sin embargo, el olor a vino del ambiente es inconfundible.

«Tenemos dos productos distintos que, siendo agua, saben a vino y no tienen alcohol. Uno de ellos es agua saborizada. Hacemos un jarabe y saborizamos el agua con sabor a vino. La tenemos de godello y mencía y te aseguro que alguien que sabe de vinos es capaz de saber de qué vino se trata al beberla. Luego tenemos el agua enriquecida con los flavonoles de la uva y residuos de la vid, que es la que hicimos en colaboración con el CSIC y que también sabe a vino. Esta última es veinte veces más beneficiosa para la salud que el vino», indica.

La clave, los flavonoles

Cuenta entonces, como también hizo la investigadora del CSIC Carmen Martínez cuando se presentó el agua con sabor a vino, que la ingesta de flavonoles, esos con los que se ha enriquecido la bebida, tiene efectos positivos para la diabetes, son antioxidantes, cardioprotectores o antibacterianos. Además, lograron que el producto solo tenga ocho calorías por cada cien mililitros. De ahí que Líquido Gallaecia le ponga el apellido de saludable.

El caso es que, aunque todavía se está embotellando la primera producción que llegará directamente al mercado, el invento ya le ha dado bastantes alegrías a los socios de la bodega. El primer sitio en el que la presentaron, tirando de los contactos de Joao Batista, fue la feria Fodex de Japón. Allí, incluso una compañía aérea de interesó por el producto para distribuirlo en sus vuelos. Luego tocó presentarla ante investigadores del CSIC y darla a conocer en foros como el Salón Gourmets de Madrid. «Lo que ocurrió en Madrid fue muy importante, porque entre 1.200 productos fue premiada como finalista por su carácter innovador y su singularidad en el mercado de la alimentación de prestigio», cuentan desde Líquido Gallaecia.

A partir de ahí, todo empezó a acelerarse. Y, salvo de Oceanía, tienen pedidos del resto de los continentes. Se las llevarán distintos distribuidores del sector de la hostelería. La meta es llegar a vender directamente al consumidor a través de la web de la bodega. Pero no se marcan fechas. Joao Batista, que estudió Farmacia y trabajó en distintos sectores, mira hacia las botellas, sonríe y sentencia: «Todo va bien. Tenemos la patente mundial del producto y ya comprobamos que gusta. Seguro que va bien».