Buscando a «Nut», la lechuza que echó a volar por sorpresa

Carlos riande cortizo / L. B. PONTEVEDRA / LA VOZ

CERDEDO-COTOBADE

j.c

Juan Carlos Lago Bartomeu, aficionado a este tipo de animales desde siempre, trata de encontrar a su ave perdida

14 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Juan Carlos lleva buscando a su lechuza, que responde al nombre de Nut, desde hace casi una semana. «Estábamos cerca de la asociación donde suelo ir (AECAM) y normalmente vamos a placearla por Cotobade», es decir, a entrenarla, muscularla y que se acostumbre al entorno. «Entonces la saqué antes porque llevábamos media hora de camino en coche, y cuando la fui a sacar, no aseguré bien la cuerda en la mano y se escapó con dirección al monte ya». Se encuentra disgustado por tal motivo y espera, aunque sabe la complejidad que eso conlleva, poder encontrarla más pronto que tarde. La esperanza está en que los animales adiestrados suelen volver a su zona habitual y en que cuenta con la inestimable colaboración ciudadana, tras colocar carteles en referencia a su desaparición.

Nut es una lechuza de especie Tyto alba, es decir, una lechuza común. Es una rapaz nocturna cuyo tamaño puede alcanzar los 35 centímetros y los 300 gramos de peso. Es fácilmente reconocible por su blanca coloración general y por su característico disco facial en forma de corazón. Es una especie muy ligada a las zonas humanizadas, pues aquí se encuentran cercanas a áreas abiertas provistas de abundantes presas.

Basada principalmente en micromamíferos (principalmente topillos y ratones), puede complementar su dieta con pequeñas aves. «Una lechuza come desde pollitos de un día hasta ratones. Alguna pequeña langosta, algo de codorniz… aunque la mía era un poco exquisita y no la quería. Perdices también y algún insecto», comenta Juan mientras hace un repaso de la comida que le daba a Nut. En cuanto a las salvajes, se especializan en determinadas fuentes de alimento allí donde son accesibles y abundantes, habiéndose registrado depredación selectiva sobre ranas o gorriones que capturan en dormideros nocturnos.

La pasión de Juan Carlos se limita a las aves. No tiene más animales. «La afición la tengo desde hace mucho, pero nunca había tenido tiempo como hasta ahora para poder estar con ellas. Hasta hace nueve meses no me lo planteé y a Nut la conocí hace apenas tres», recuerda. Este tipo de aves no se pueden comprar en una tienda de animales como si se tratase de, por ejemplo, un loro. «Hay ciertas aves que se consiguen por conocer a alguien de un criadero, que te la cede. A través de un papel y sin intercambio monetario, sirve, pero te tienen que conocer y saber para qué quieres usarla». Este es el procedimiento que siguió él mismo.

La formación es esencial

Juan está realizando un curso de cetrería y la parte práctica, a pesar de vivir en Vigo, la lleva a cabo en Cotobade. Fue precisamente en la zona de Calvelo donde Nut echó a volar por sorpresa. La cetrería es la actividad de cazar con aves rapaces, especialmente con halcones, azores y otras aves de presa para la captura de especies de volatería o de tierra. Uno de sus mayores expertos mundiales, Félix Rodríguez de la Fuente, la definió como «la primera vez en que el hombre no sometió al animal al yugo y al látigo». «Es bastante importante hacer estos cursos, ya que te permite saber qué comida debes dar al animal, placearla, o los componentes con los que se arman a las aves rapaces», expone como algunos ejemplos el aprendiz. «Son ciertas cosas que, para una persona que no le gusta este tema o no hace un curso, no se enteraría. Entonces de esta forma reduces el riesgo de que pasen estas cosas, como que se te escape el ave», refiriéndose precisamente al mal momento que pasó cuando la perdió de vista. «Yo igual me aventuré en la materia un poco antes de tiempo, por eso digo que hay que realizar antes este tipo de formación. Así aprendes un montón y es algo que le hace bien al ave y a ti», reflexiona Juan. Ha colocado carteles en la zona de Calvelo, en la carretera que va de Pontevedra hacia Ourense. «Recibí alguna llamada, pero nadie vio una lechuza con muñequeras marrones de cuero en las patas. Un señor me llamó y dijo que oía a una en la chimenea de una casa. Entonces fui hasta allí y no era la mía. Por ir que no sea», se expresa desmoralizado Juan, que seguirá buscando a Nut por tierra, mar y aire.