El día que llovió ceniza

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

CERDEDO-COTOBADE

El 4 de agosto del 2006, dos mujeres fallecieron por un fuego en Cotobade. Fue el comienzo del caos

03 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El 5 de agosto del 2006, sobre la arena del coso de San Roque, Enrique Ponce, El Cid y César Rincón. Sin embargo, por momentos, los ojos del público estaban más pendientes del cielo que de los naturales y las verónicas. Y no era para menos, una fina lluvia de ceniza lo cubría todo. Aquella tarde, Pontevedra fue consciente de la oleada de incendios forestales que el día anterior ya se había cobrado la vida de dos mujeres, una madre y su hija, en el municipio de Cotobade.

Con el fuego vino el caos. Pueblos rodeados por las llamas, ciudades cercadas por los incendios, en gran parte intencionados. Y frente a ellos, los vecinos, las brigadas contraincendios, los bomberos, el Ejército... Fueron jornadas en las que, por momentos, el humo impedía ver el sol.

«El fuego llevó el pánico a quinientos núcleos y a mil casas aisladas», «bomberos de varias comunidades apoyan la lucha contra el fuego», «el 9 % de la superficie de Pontevedra ya es ceniza» o «miércoles negro con récord de fuegos» fueron algunos de los titulares de La Voz de Galicia de aquellos días. Las imágenes que los acompañaban, igual de dramáticas, con vecinos enfrentándose a las llamas cubriéndose parte del rostro con pañuelos y armados con mangueras, cubos y ramas, con brigadistas y bomberos jugándose el tipo, sin apenas descanso, por defender una brizna de terreno, con policías y guardias civiles echando una mano y colaborando en las evacuaciones al tiempo que evitaban que no cundiese el pánico, con los militares cooperando en las labores de extinción en aquellos zonas donde eran requeridos...

Entre el 3 y el 15 de agosto, un día después de que el alcalde Miguel Anxo Fernández Lores hubiese desactivado, el operativo de emergencia específico, Pontevedra luchó contra los incendios forestales. Diez años después, «o monte galego carece de directrices consensuadas política e socialmente», se lamenta Claudio Quintillán, por entonces presidente de los comuneros de Combarro, quien cifra en unas cuarenta mil las hectáreas arrasadas por las llamas en las Rías Baixas aquel verano del 2006.