El parque, que se puede visitar en hora y media o en un día entero, extiende su horario desde las 10 hasta las 20 horas, e incluye talleres
16 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.No se sabe qué idioma hablaban ni qué significaban todos los símbolos que representaron en los alrededor de 5.000 petroglifos que se calcula que existen en Galicia, aunque solo se han localizado, por el momento, unos 3.000. Entre ellos destacan las decenas que se esconden en el parque arqueológico de Campo Lameiro. También en ellos, tanto en los nueve que se incluyen en la ruta de las visitas, guiadas o no, como en los que están cerrados al público por diversos motivos, se aprecia uno de los dibujos más recurrentes de la Edad de Bronce.
Está formado por círculos concéntricos, aunque en diferentes formatos. A pesar de que nadie sabe con certeza qué significa, hay una hipótesis que destaca sobre las demás con fuerza: puede tratarse de una alucinación muy concreta que se produce en el nervio del ojo, y que puede proceder de la actividad de los chamanes. Solo así se explicaría que se repita en todos los hallazgos repartidos por el mundo de diferentes épocas y de poblaciones que no tuvieron relación entre sí.
Otras teorías apuntan a que puedan hacer referencia a símbolos de núcleos de población, trampas para ciervos o incluso algún tipo de referencia al agua.
22 hectáreas
Los secretos se agolpan por decenas en el Parque Arqueológico de Campo Lameiro. Sus cuatro guías ayudan al visitante a descifrar algunos de ellos, pero otros muchos permanecen ocultos tras miles de años de antigüedad. Cuatro mil, para ser todo lo exactos que permite el paso de la Edad de Bronce a la actual. Las diferencias, aunque pueda parecer lo contrario, no son tantas. Insisten los arqueólogos encargados de explicar las 22 hectáreas de recinto al público general que el hombre de entonces era muy similar al de ahora.
Aunque todavía no eran sedentarios, sí levantaban edificaciones que utilizaban intermitentemente, y que arreglaban a medida que iban sufriendo el deterioro propio del tiempo. Se sospecha que algunas de ellas pudieron tener un uso más social o cultural debido a su mayor tamaño. Precisamente para ver su evolución las mantienen intactas. Aunque están hechas de barro y paja, han soportado inviernos de temporales sin apenas alterarse, y solo ahora empiezan a necesitar una reparación.
Igual que los petroglifos. La inmensa mayoría de ellos han soportado el paso del tiempo a la intemperie, y solo algunos, como el segundo de la ruta guiada -formada por Laxe do Forneirña, Laxe dos Carballos y el Outeiro dos Cogoludos- ha permanecido enterrado hasta hace poco más de una década.
Su resistencia es tal que se convierte en magia. La posición del sol, la del observador, y la lluvia determinan la visibilidad del dibujo. Que, por cierto, se aprecia mejor a primera o a última hora del día y con lluvia. La mejor visión de los petroglifos se reseva para los más aguerridos. Y para la noche.