Cristian Monroy, de 48 años, falleció este domingo mientras participaba en el Trail de Nocedo, en Bueu
28 mar 2022 . Actualizado a las 19:22 h.Cristian Monroy, Cris como le llaman sus amigos, se levantó este domingo, como cada fin de semana para participar en una carrera. Era un día más en su rutina habitual. Llevaba toda la vida siendo un apasionado del deporte. Por delante tenía el Trail de Nocedo de 25 kilómetros en Bueu, una prueba asequible para un atleta, un «todoterreno» sobre el asfalto y sobre el monte que participaba en maratones y en las pruebas más duras a pie. Cris se echaba el monte a sus espaldas siempre acompañado de un ejército de camaradas con el que formaba el Ponteseca, un equipo de Chapela (Redondela) que vive como una familia sin lazos de sangre, y que desde ayer llora junto a su mujer María José y los dos orgullos de Cris, sus hijos Yago y Diego. Porque si algo era Monroy, era un padrazo. Quienes lo conocen es lo primero que resaltan de él. «Se desvivía por sus hijos y por su mujer, los adoraba», decían este lunes su compañeros de equipo. Algunos de ellos estaban junto a él ayer en Bueu. Antes de arrancar mandaron la foto de grupo a los que no pudieron ir. Era la rutina de Ponteseca para darse ánimos. En el kilómetro 17 de carrera, en uno de los tramos más duros del trail, Cris se desplomó. Los primeros indicios apuntan a un posible golpe de calor, pero será la autopsia la que determine la causas del fallecimiento.
«Llevaba más de 15 años corriendo con nosotros, salíamos todos los fines de semana. Estamos destrozados», repetían ayer sus compañeros de equipo, quienes recordaban que era un «todoterreno», un deportista de los que nunca se rinden y siempre con una sonrisa en la boca. Ni el esfuerzo de las pruebas se la borraba. Era alegre, divertido y competitivo. Pocas cosas había que lo apartasen de una buena carrera. Se apuntaba a todas. «Era el típico que al acabar, se hidrataba y decía siempre 'ya estoy para otra'. Para nosotros era un referente», explica uno de sus compañeros de equipo, al que le cuesta contener la emoción al hablar en pasado.
La repentina muerte de Cris Monroy, a los 48 años, deja un vacío también en la Armadora Pereira, en la que trabajaba desde hacía años. Su cuerpo será incinerado este martes en el tanatorio de Emorvisa, en Pereiró (Vigo).