La Navidad en Ons a la luz del carburo

Marcos Gago Otero
marcos gago BUEU / LA VOZ

BUEU

VÍTOR MEJUTO

Ningún vecino estará el 25 en la isla, donde antaño se pasaban las fiestas con cantos, bailes y visitas por las casas

22 dic 2018 . Actualizado a las 05:20 h.

Las casas de Ons estarán en penumbra estas fiestas. No habrá vecinos en Nochebuena, Navidad, Fin de Año ni Año Nuevo. Dos de los tres que pasan el invierno en el enclave buenense -Cesáreo Pérez y Vitoria López- están en Bueu desde esta semana para pasar los festejos con la familia. La tercera vecina que aún está allí vendrá a tierra el lunes. En Ons solo quedarán el personal de Parques Nacionales y el farero.

Y sin embargo, durante generaciones, estas fechas se vivieron con especial intensidad en este enclave buenense, cuando cientos de vecinos convivían en los distintos barrios todo el año, hasta que en la segunda mitad del siglo XX dejaron su isla ancestral como residencia permanente.

Cesáreo Pérez, a sus 76 años, ha sido testigo de aquella sociedad isleña, que ahora solo vive en la memoria de los mayores o de los libros. «Antes era un mundo e agora é outro». Recuerda muy bien cómo eran aquellas Navidades de su infancia y juventud, cuando en la isla, de noche, la gente se alumbraba a la luz de las lámparas de carburo y de las velas. La luz eléctrica era un lujo que tardó en venir. La fiesta «empezaba á tardiña e acababa ao mediodía do día seguinte».

Aquellos festejos no tenían regalos para los niños como hoy en día. Ni Papá Noel ni los Reyes Magos se dejaban ver. Por no haber no había ni misa del gallo -el cura solo iba una vez a la semana-.

Sin árbol, ni luces, ni Wifi, ni televisión, los vecinos lograban disfrutar de unas fechas entrañables. Cuando Cesáreo era niño, recuerda: «Empezaban á tarde cando cenaban e viñan de Pereiró, do Cucorno, xuntábanse todos en Curro nas tendas que había alí, de cantaban e bailaban e despois seguían ata tarde e moitos pasaban ata o outro día». Lo hacían así porque esa era «o costume nos días santos», la víspera y más el día. Jóvenes y adultos recorrían las casas de la isla «con cantos con pandereitas e gaitas». ¿Qué se cantaba? «Había de todo, mil cancións», rememora.

En los menús, no había ese despliegue variado de productos que caracteriza las celebraciones actuales. El marisco no estaba en todos los platos, porque la centolla y el pulpo se solían vender en las lonjas. En las cocinas de la isla «facíase sempre caldeirada de bacallao e do peixe que se collía, pintos, róbalos, sargos», indica.

Las fiestas en Ons fueron famosas. Por la matanza del cerdo, «ata viña o Xiraldo co acordeón desde Marín», concluye.