Un superacuario llamado Rías Baixas

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

BUEU

Bottlenose Dolphin Research Institute

El Bottlenose Dolphin Research Institute avista siete especies diferentes de cetáceos

10 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La riqueza marina de las Rías Baixas es incomparable, pero no solo se limita, como muchos podrían pensar, a peces o mariscos. Y es que a estos habría que sumar los cetáceos o mamíferos marinos que conviven o transitan en sus migraciones anuales por las aguas pontevedresas, hecho que las convierten en algo muy parecido a un superacuario natural.

Así lo han certificado los científicos del Bottlenose Dolphin Research Institute que, en apenas tres días, han avistado, «por lo menos, siete especies diferentes de cetáceos», las cuales «se han extendido en nuestra área de investigación», reseñan desde esta asociación que tiene su sede en España en la localidad de O Grove. De este modo, si hace unos días se topaban en las proximidades de la isla de Ons (Bueu) con una ballena azul de unos veinticuatro metros de longitud, este domingo la sorpresa era por partida doble.

Por un lado, «un caso extremadamente raro», una ballena de aleta afectada de la enfermedad de vitíligo, la misma que, al parecer, padecía Michael Jackson. Esta dolencia se caracteriza porque la piel, en algunos zonas más o menos generalizadas, va perdiendo pigmentación debido a que las células responsables de esta, los melanocitos, son atacadas por el sistema inmunológico. «Tenía claras muestras de sufrir este problema epidérmico», destacaron ayer desde el Bottlenose Dolphin Research Institute

Al tiempo, dejaban claro que si no es el primer avistamiento de estas características en todo el mundo, sí que es de las primeras evidencias documentadas gráficamente de la afección de esta enfermedad a un ejemplar vivo y en libertad. «Por lo que sabemos, esta es la primera vez que es grabada y filmada una ballena de aleta con vitíligo en el mundo. Técnicamente, es una enfermedad rara e inusual, en la que parches de piel pierden su pigmento», explicaron en relación con este espécimen.

En este sentido, destacaron que se trataba de un ejemplar, posiblemente, joven, de dimensiones considerables, grande -unos dieciocho metros de longitud-, pero muy delgado. Su avistamiento se produjo a unas ocho millas de las islas Cíes, en el Parque Nacional das Illas Atlánticas.

En esa misma jornada, y en aguas pontevedresas, también se localizó una tortuga laúd -«la tortuga más grande del planeta»-. Si bien se trata de una especie que es «difícil de ver» nadando en las Rías Baixas, sí que es más común que quede atrapada en las redes de los barcos.

En principio, se piensa que este quelonio, que apenas se dejó observar unos instantes por los científicos, pasó por el litoral pontevedrés en su recorrido migratorio anual.

En el caso del resto de cetáceos, y al margen de la ballena de aleta afectada por vitíligo, las Rías Baixas albergan cientos de mamíferos marinos. De hecho, las estimaciones que realizan en el seno de este centro de investigación y de formación académica indican que estas aguas pueden dar cobijo a más de seiscientos delfines comunes, a otros noventa mulares comunes, tanto pelágicos como costeros, así como a unas sesenta marsopas. De igual modo, se han contabilizado medio centenar de ballenas piloto; «por lo menos» tres Minke, también conocidas como rorcual aliblanco o ballena enana; y dos de aleta; avistamientos a los que habría que sumar los de las ballenas azules y el de un ejemplar que no pudo ser identificado fehacientemente.

El Bottlenose Dolphin Research Institute alberga la esperanza de que las observaciones de algunas de estas especies, como las ballenas azules o las de aleta, puedan ser una indicación de que sus respectivas poblaciones están empezando a recuperarse en la costa pontevedresa.